Friday, July 28, 2006

Vacaciones, por fin

No todo va a ser malo este julio de calores, demolición acelerada de Madrid, atascos y bombardeos: comienzan mis vacaciones. Sé que esta alegría, la anticipación del solaz veraniego, la pagaré después con la minidepresión al regreso. Al cabo de los años casi me creo aquello de los budistas, cuanto más te ilusiones con algo, más deberás pagar por el desequilibrio cuando la rueda gire y te traiga el reverso de la moneda. Casi parece más apetecible la austeridad emocional para lo bueno y, como consecuencia, también para lo malo. Sin exagerar, claro; lo bueno de estas cosas espirituales, si tienen algo bueno, es tomárselas con calma, que tampoco pretendo ponerme a flotar mientras recito un mantra y mi espíritu se hace uno con el cosmos, que tal y como está, lleno de inidentificable materia oscura (como mi casa últimamente, a ver si en vacaciones limpio un poco), es como para pensárselo.

Como a algún sitio fuera de esta ciudad en colapso hay que ir, mi chica y yo emigramos al mar, nos vamos unos días a Lanzarote, isla desértica, asolada, volcánica, telúrica, playera, pequeña, lejana y no sé cuántas cosas más que ya averiguaré por el camino. Y esta vez no pico, me llevo las gafas de bucear, a ver si veo bichos subacuáticos en vez de torrarme al sol, y el portátil, a ver si al lejano abandono de aquella isla siempre veraniega, se vienen conmigo de vacaciones la puñeteras musas.

Actualización: una vez más he caído en la malévola estrategia de las agencias de viaje, esta vez via web (atrapalo.com), y sus maravillosas ofertas inexistentes. Sí, ya saben, aquello de: "uy, pues se nos acaban de terminar las plazas, pero tenemos el mismo viaje, en las mismas fechas, al mismo hotel, al doble de precio. Si le interesa, reserve ya, que se acaban". Me quedo en casa, cabreado, pero al menos no pienso darles un duro.

Como decía antes, para qué alegrarse, si luego te toca volver a la chunga realidad.

Thursday, July 27, 2006

La guerra de Gila, pero en triste


¿Está el enemigo? Que se ponga. Así comienza el monólogo de Gila que todos conocemos. Ayer el ejército israelí y la ONU protagonizaron una versión de ese trágico número de variedades que quizá tan solo haya reído una que siempre se ríe y enseña los dientes, más que nada porque no tiene carne encima que taparlos. Me la imagino descojonándonse, la guadaña por el suelo, la mortaja toda alborotada.

Dicen los periódicos que [un informe preliminar asegura que el organismo advirtió hasta diez veces en seis horas al mando militar israelí del peligro que corrían sus observadores ante el intenso bombardeo al que estaba siendo sometida la zona en la que se encontraban. La base de la Fuerza Interina de la ONU para el Líbano (FINUL) estaba perfectamente identificada. Aun así, un misil de precisión se la llevó por delante].

Siendo irónicos se podrían decir varias cosas:

Primero, que sí, que estaba perfectamente identificada la zona, tanto que el misil de precisión hizo gala de su ingeniería y acertó de pleno.

Segundo, que quizá los observadores de la ONU hayan sido víctimas de los terribles sistemas de centralitas automáticas "...Pulse usted 2 si quiere idenficar un bombardeo erróneo. Pulse 3 si quiere comunicar el número de bajas civiles, espere para que le atienda un operador..."

Tercero, si Israel ataca a la ONU, ¿no nos está atacando a todos los países miembros, entre ellos a sí mismo o es que como tiene costumbre de pasarse por el forro todas las resoluciones del organismo internacional, y no le basta, ahora prefiere cargarse a sus miembros?

Por supuesto EEUU, como siempre, le disculpará a Israel cualquier barbaridad en una carta blanca que avergüenza a la historia; y a las críticas ante semejantes burradas se contestará con el manido y multiuso "ustedes son antisemitas y no recuerdan el holocausto".

Lo que es gracioso en un escenario no lo es, en absoluto, en la vida real. Con la cohorte de payasos que dominan el mundo, solo podemos asistir a la representación del circo de la desesperación y el horror.

Thursday, July 20, 2006

Julio en Madrid


Julio en Madrid no es un mes, es una apisonadora. Hace un calor aplastante y las autoridades colaboran por hacer más imposible la vida al ciudadano reduciendo el tamaño y la frecuencia de paso de los metros, convirtiendo los vagones en incineradoras sin aire acondicionado e iniciando la infame operación asfalto (a añadir a las demás gallardonadas que sufrimos día a día).

A todo lo anterior se ha unido el explosivo reventón del modelo energético que se ha llevado por delante cuatro subestaciones del barrio de centro y Moncloa. El lunes no había ordenadores en el curro, el martes había, pero era un engaño, se iba la luz cada media hora, con murphiana precisión revienta-trabajos-no-salvados. Parece que hoy la cosa está ya arreglada.

Pero no solo me quejo, también reflexiono y me pregunto ¿y esos billones con "b" de pelas que se le dieron a las eléctricas por compensarlas -aún no sé por qué- por la privatización, dónde se han ido? Parece que en subestaciones no. Estaba yo acordándome de las barbas del vecino, lejano por suerte, estadounidense. Allí son norma los follones de suministro eléctrico, en California sobre todo, tras la furiosa privatización del sector de la energía. Supuestamente, la cacicada neoliberal iba a redundar en una mejora de instalaciones y suministros en función de la competencia, bla, bla, etc. etc. Enron se lo ha llevado todo por delante.

Aquí, pues el mismo camino llevamos. Y es que, aun asumiendo -que estaría por ver-, los beneficios de la competencia, entre monopolio y oligopolio la diferencia es mínima y es a la contra del usuario. Yo casi que me apunto a un monopolio estatal, aunque me llamen estalinista, al menos habrá luz para poder escribir estas cosas en mi ordenata. Quizá la rentabilidad no sería buena, quizá hasta tendríamos el mismo problema de suministro, pero lo dudo, el estado está siempre pronto a gastar pasta en infraestructuras, ya que eso deja siempre jugosas comisiones (sí, hoy lo veo todo un poco negro).

Hay más vecinos con barbas peladas, los trenes ingleses, sin ir más lejos, privatizados y, al parecer, un desastre.

Y eso no es lo peor. Llevan tiempo diciendo que el agua está muy barata, que es un bien escaso, que las compañías públicas de gestión de las aguas bebibles no funcionan. De aquí a unos años pagaremos diez veces lo que ahora, tendremos agua e instalaciones peores y habrá unos cuantos billonarios con "b" más, y todo por hacer una mejor gestión, más ecológica, de un bien escaso que de ser de todos, pasará a ser solo de unos pocos de la noche a la mañana.

Y es que en la membrana que divide a las personas decentes, numerosas y aborregadas y las indecentes, escasas, malintencionadas y bien organizadas, la presión osmótica lleva cada vez más rápidamente, el dinero, los bienes y los recursos de los primeros a los segundos.

A ver si es verdad que llega el mito ese y se acaba la "civilización occidental tal y como la conocemos" de una vez.

Thursday, July 13, 2006

Borrosus y paisanus entre la niebla



Al fin, tras un par de días de vorágine -he estado dando apoyo a Nati en sus duros días de exámenes para la oposición de secundaria-, llega la calma y puedo escribir sobre el retorno de Gijón, que ya me apetecía.

En primer lugar constatar la ciudad de nuevo: partida por cimadevilla, un puerto a un lado, una playa y paseo marítimo al otro. Rancio sabor a mar Atlántico, fachadas, sobre las que, aún en el seco -para sus estándares- verano, se adivinan musgos y churretes herederos de sal y humedad. Huele a mar. Y hay gaviotas. Me encantan las ciudades con mar y uno de esos inasibles aspectos que solo se recuerdan a la vuelta, en la memoria revivida del retorno, son los gritos de esos blancos pájaros de alas en uve, su voz chirriante, lejana, nostálgica, volando sobre los tejados, escuchados desde la cama del hotel a modo de despertador.

Gijón es eso, y es el clima fresco del norte, que en invierno será opresivo y frío, pero que en verano deviene en paraíso para alguien que, como yo, cada vez soporta peor el calor en la dura estepa. Y es también una ciudad donde se vive a un ritmo decente. No he sido consciente de lo desabrida que se ha vuelto mi ciudad hasta que he constatado que allí la gente no se agrede una a otra con los coches, que la hostelería, que aquí siempre había sido proverbialemente eficaz y agradable, ahora se ha vuelto como la ciudad, agresiva, poco amable: date prisa y termina que ocupas el sitio de otro cliente que está ya esperando; 2 euros y medio el café (malo), y si te quejas no vengas que tengo clientes de sobra.

Nos ha pasado en la capital lo que a la langosta que si se la mete en la olla en agua fría y esta se calienta despacio hasta la ebullición, ni se entera ni protesta hasta que muere. En Madrid hervimos y no nos hemos dado cuenta.

Es lo bueno y lo malo de viajar, que en el regreso, como decía aquel, está el auténtico viaje.

Establecido el escenario, vayamos a la primera parte: la Asturcon. Me apunté a última hora. Menos mal que los chicos de Gijón, inteligentemente, habían guardado algunas plazas para los despistados incurables como yo. Hablar de la Asturcon es hablar de los que la organizan, el colectivo Avalón, gente que habita ese Gijón que he descrito antes y que también se han hecho un huequecito en el corazón de los que hemos ido hasta allí alguna vez. Como siempre, nos recibieron estupendamente, organizando y controlando los actos de Asturcon, entre ellos el colofón de la espicha de disfraces. Gracias a todos ellos.

Este año, a la nómina de asturianos cienciaficcioneros maravillosos, tengo que añadir a uno nuevo, Chus Parrado. Las palabras se quedan cortas para intentar remedar la experiencia directa de conocerlo. Apocalíptico es poco. A Chus habría que dedicarle un artículo completo, no renuncio a ello.

Hablando de gente, con la excusa de la Asturcon y la Semana Negra, se acercaron por allí una larga lista de amigos que viven en otras ciudades, que se leen a diario en foros, blogs y demás, a los que apetece poner una cara, una sonrisa; identificar anímicamente. Y es que la palabra está muy bien, pero no solo se agota ahí la comunicación, se echa de menos darse abrazos, codazos, achuchones, mirarse a la cara, ver el cabreo hablando de algo que no te gusta, o los ojos relucir al describir una pasión. Eso, por desgracia, aún no lo tenemos en internet.

Sigo, que me pierdo: La Semana Negra, la otra parte del viaje y de los días pasados allí. Ya he estado un par de veces en la SN. Ésta ha sido la tercera. No hay análisis que valga, aquello no se parece a nada que exista bajo el sol cultural de España y Europa. No sé si en otros continentes se dará algo así. Lo más parecido y definitorio que se me ocurre es el impreciso calificativo de fiesta de la cultura. En ese ambiente lúdico, se confunden horas, mesas redondas, conferencias, conversaciones de bar, de restaurante, de paseo; se trata siempre de charlar, cambiar impresiones, hablar mientras se bebe o se come, con gente que comparte parecida visión de la vida, un interés profundo por la cultura, la comunicación, los libros, pero no solo los libros.

Al final la impresión es de una cinta continua de conversaciones, lúcidas las más de las veces, socarranos y divertidas otras, tristes las menos; un ponerse al día de las impresiones de los demás y de las propias por comparación; un constante intercambio de información que va desde la mesa redonda sobre la guerra civil y la ucronía, las presentaciones de libros, las conversaciones de sobremesa, las de las copas en las terrazas nocturnas... Solo se detiene la cinta continua de palabras para dormir, y eso poco. A veces tengo la impresión de que los que vamos a la SN nos pasamos el resto del año en silencio, madurando cosas, escribiendo, como mucho leyendo y escribiendo un poco en internet; que nos convertimos en una especie de marmotas hibernantes culturales, que solo despiertan en verano para asistir a eventos como la Asturcon, La Semana Negra o la Hispacon, en una explosión de cháchara constante y adictiva.

Pero todo termina. Al final hay que regresar a la vida común, al hablar poco, a descansar de esa especie de feliz orgía comunicativa y a ponerse a la tecla a ver si termino la novela que me trae de cabeza estos días.

Tan solo una valoración final: ¿cuánto queda para la siguiente?

Monday, July 10, 2006

Premios Xatafi-Cyberdark de la crítica de literatura fantástica




Pues sí, se concedieron en la estupenda espicha organizada por la Asturconel sábado pasado, los primeros premios Xatafi-Cyberdark de la crítica de literatura fantástica.

He tenido el inmenso honor de que a Danza de Tinieblas le haya sido concedido el premio a la mejor novela nacional.

Escribir una novela, como sabrán todos aquellos que hayan intentado crear una, es un trabajo intenso, largo; una maratón de perseverancia y dedicación que, en la mayoría de los casos -permítaseme la licencia, señor Brown- no está relacionado con los beneficios materiales que se obtienen de ese esfuerzo. Nadie, ningún escritor de los que conozco, se atreve a echar las cuentas, porque sería un poco absurdo y un mucho deprimente.

No es tampoco masoquismo lo que motiva a los que nos decidimos, contra viento y marea, a escribir. El mismo hecho de la creación es, casi siempre, una intensa recompensa. Afortunadamente no la única. La siguiente es poder publicar la novela y que, en ese acto de comunicación que creo debe ser el arte, le llegue a un público, que le guste o disguste y que te lo digan, que haya comunicación, intercambio, valoración.

Yo, en este caso, he tenido el inmenso placer de tener un público difícil, exigente, de un nivel intelectual apabullante, tremendamente curtido en ese difícil ejercicio que es a veces la lectura valorativa; que ha decidido que mi novela merece la pena, que está entre las mejores del año e, incluso, la consideran la mejor de este 2005 fecundo en obras fantásticas de calidad.

Gracias por tanto a ellos, al interés demostrado por mi obra y a haberme concedido el placer de formar parte, en su primera edición, del elenco de autores premiados por una iniciativa que, sé con toda certeza, se convertirá en la piedra fundacional de esa tan deseada consolidación del género -a todos los niveles- en nuestro país.

No quisiera cerrar esta entrada con la idea de que mi novela es solo mía. Aunque yo me lleve, en una primera instancia, la alegría de este premio, debo y quiero compartirla con otros, aquellos que me ayudaron a crearla, y a los que nunca podré agradecérselo bastante : Nati, gracias por soportarme esos días "difíciles" que tenemos a veces los que escribimos, por apoyarme y por ayudarme a corregir los muchos defectos del primer borrador. Luis, gracias por los consejos, el desvelo y la insistencia en convencerme en el buen uso de la tijera justiciera. Paco y la gente de Minotauro, gracias también por los consejos recibidos, por confiar en mí y en editar de una manera tan efectiva y atrayente la novela, gracias por el siempre estupendo trato recibido.

Friday, July 07, 2006

Gijón SN 2006

Dentro de unas horillas salgo para Gijón, a la Semana Negra 2006, a la que amablemente he sido invitado.

La invasión friki 2006 ya ha comenzado. Han sido las fuerzas principales vía tren hace unas horas. Los refuerzos llegarán pronto por carretera. ¡Aguantad hermanos!, que no os derroten la sidra y las fabes, que pronto llegaremos.

Mañana por la noche es la megacena espicha de la Asturcón. Además de terminar con nuestros estómagos e higadillos, se aprovecha el evento para fallar el primer certamen de los premios Xatafi de la crítica a lo mejor publicado en el 2005. Danza de Tinieblas está nominada, lo cual ya me parece un inmenso honor. No creo que gane, dada la calidad de los demás nominados, pero aún así no deja de corroerme la intriga. Es lo que tiene esto de los fallos de los premios. No obstante, no preveo que dicha intriga me quite ni el hambre ni la sed.

A la vuelta más.

Un día de Julio



Sí, llegó de nuevo mi cumpleaños.

Esto de la vida es como pedalear una bicicleta en una colina. Al principio vas pedaleando con esfuerzo, sin embargo la cuesta es empinada, el tiempo pasa despacio, los años parece que tardan en pasar más de un año. Luego la cuesta se va reduciendo, cada vez cuesta menos avanzar. Entonces, inconsciente tú, sonríes, miras el paisaje, te permites relajarte. Pero, llega un momento en que la cosa se convierte en una llanura. Estás en la cima. Sigues sonriendo pero ya como con el gesto un poco forzado. Sí, esto de la llanura está bien pero... ¿durará? Y cuando terminas de hacerte la pregunta, zas, no hace falta dar pelales, ha comenzado la cuesta abajo.

Así me siento yo ahora, no hace falta dar pedales, me han pasado las suficientes cosas -ni mucho menos todo lo que me puede pasar, pero unas cuantas ya-, buenas y malas, como para que las siguientes ya no me sorprendan del todo. Voy cuesta abajo. Y, ¿sabéis una cosa?, mola. Siempre me han gustado más las cuestas abajo que sus contrarias. Ahora solo queda agarrarse al manillar, apretar los dientes, y disfrutar como un loco del viento en la cara y las curvas ceñidas. Y lo bueno es que no puedes perder el carnet ni nada de eso. Así que, voy a ver si aderezo esa bajada excitante con un poco de Mac Allan 12 years (véase entrada sobre las manías :)).

Y luego dicen que los blogs no valen para nada.