Friday, September 28, 2007

Optimismo

Yo diría que el optimismo es la materia con la que estan hechos los sueños. Sí, ya sé que la frase no es mía, pero la paráfrasis me sirve para orientar un poco el abtruso concepto del optimismo asi, a palo seco, un viernes en el que voy recuperando viejas aficiones tales como rellenar este pequeño blog despues de un periodo -que aún no ha acabado del todo- que ha redefinido en mi vida el concepto de tensión.

Y es que, en mi opinión, el optimismo es una actitud basada en el futuro, en la proyección de lo por venir. Hoy estamos mal, pero mañana estaremos mejor. Para que se dé el optimismo son necesarias dos condiciones, a cual más cruel:

La primera, que podríamos llamar generadora de optimismo a corto plazo, es que en el presente estemos regular o mal. Si estamos bien, el optimismo se puede convertir en deseo ansioso de estar aún mejor, con lo cual ya, automáticamente, no estamos tan bien en ese nirvana del presente que tan pocas veces se da.

La segunda es, o bien la valiosa y muy extendida capacidad de no ver lo que no se quiere ver, o la beatitud del que no comprende la realidad del mundo que le rodea por falta de capacidad. El hecho básico de nuestras vidas -bueno, el segundo hecho básico de nuestras vidas, el primero es el nacimiento- es que al final te mueres. Olvidar, esquivar, subvertir ese hecho nos permite ostentar un optimismo a largo plazo fuerte y saludable.

Con lo cual se reitera mi impresión visceral de que el optimismo no es una cosa muy deseable. Solo puede darse en el caso de que estes mal, de que estes bien y te pongas a darle al coco y te pongas mal y que, encima te hace tener un juicio sobre la realidad peligrosamente parcial.

No, casi que prefiero el pesimismo como segunda mejor opción. La ideal sería no mirar al pasado, no mirar al futuro, vivir el presente, filosofía que siempre me ha parecido la mejor herramienta práctica para todos los dias que el pensamiento filosófico y religioso nos ha dejado a los seres humanos; el problema es que tengo una imaginación demasiado viva, a la que es dificil aherrojar para prevenir excursiones memorísticas y proyectivas.

Y una prueba más de que el optimismo es chungo -pero chungo, chungo- es que la religión es, realidad, una fábrica de optimismo a largo plazo. Nos dicen: no, no te mueres, simplemente vas a un sitio mejor. Ya, claro. Bueno, todas menos el budismo más puro, pero como para ejercerlo hay que pelarse la cabeza e irse a vivir al lado de un rio de montaña un porrón de años y en sitios asi no suele haber internet, pues casi que prefiero ser ateo... y pesimista.