Sunday, April 13, 2008

Cloverfield



Cloverfield es una película de Godzilla destruyendo Nueva York. Esta es una afirmación exacta, como también lo es que Godzilla es una reedición de una historia clásica, el hombre enfrentado a la destrucción azarosa de una naturaleza catastrófica, un universo hostil lleno de dioses caprichosos, pasada por el trauma de un bombardeo nuclear. En Cloverfield tambien hay un monstruo enorme, descomensurado, ilógico que destruye la ciudad y en último termino, la psique de los ciudadanos y frente al cuál no hay más defensa que el suicidio de dejar que los militares se empleen a fondo en destruirnos para destruir al enemigo.

Curiosamente, de una historia fantástica se puede excavar mucho, y hay mucha profundidad por debajo, mucha más que en algunas de esas películas "realistas" (entiéndanse las comillas por irónicas, cualquier obra de arte es, en último término, un reflejo de una realidad), de sentimientos, de burgueses enfrentados a sus propias contradicciones -entre los que se incluyen, a su pesar, guionista y director-, o de marginales terminales apaleados por el sistema con los que nos machaca la "intelligentsia" cultural. 

Hoy no quiero hablar del mensaje, que creo que muchas veces es universal, sino del medio, de la forma de narrar que muta culturalmente cada segundo. Cloverfield está narrado tomando prestada la técnica de otras obras contemporáneas. La referencia más cercana: El proyecto de la Bruja de Blair. El origen: la técnica literaria del recorte, periodismo inventado como truco para integrar al lector en una realidad inventada. Ha tardado en llegar a lo audiovisual. 

Cloverfield es quizá, la madurez de esta técnica. Una historia que en una narración tradicional podría haber carecido de interés, haber degenerado en una historia vacía sin incidir en las potencialidades del mito antes citado, por incapacidad de traspasar el filtro emocional de los espectadores (o por propia voluntariedad de vacuidad del director, guionista, productor, que también se da). Lo que vemos en la película es lo que una víctima de la catástrofe ha grabado en una cámara de video mientras sucede todo. Entre lo que había grabado en la cinta antes de que sucediese todo, y lo que se graba encima en varios cortes, entendemos la historia de catástrofe y la de sus protagonistas. 

No hay aquí voluntad de heroísmo final que en último término arregle un bonito final feliz, no hay tampoco pseudo explicaciones estúpidas, ni compasión con los protagonistas, que son víctimas y los acerca a los espectadores. Eso unido al tono realista que le da la realización cámara en mano, con cortes, caídas, operador inexperto y a unos efectos especiales que quedan realzados en ese uso de la imagen, consigue lo que busca toda obra de arte: dinamitar los prejuicios, comunicar a varios niveles, contar una historia ya contada muchas veces, pero para los oídos contemporáneos del artista, sin guiños estúpidos, dejando que la dimensión potencial que tienen estas historias clásicas revisitadas, calen hondo y lleguen al espectador. 


Friday, April 11, 2008

Más música por favor

Seguimos con música y Kubrik, estupenda excusa para poner este video:

Trío para piano en mi bemol de Schubert. Anacrónico, sí, es un poco posterior a la época retratada en la película, pero da lo mismo. Pocos instrumentos, tempo largo, casi un susurro, pero qué evocador. 

Fijense tambien en la iluminación de la escena, verán algo que se hizo una vez en la historia del cine, no se ha vuelto a hacer desde entonces -que yo sepa- y que posiblemente la técnica permita hacer dentro de poco, si no lo permite ya. Me refiero a filmar con iluminación de velas, únicamente, ni focos ni nada. Kubrick se empeño en retratar la penumbra dorada que iluminó los interiores de la humanidad hasta la llegada de la luz eléctrica. Y cuando se proponía algo, lo conseguía. Para poder impresionar película con tan escasa luz, tuvo que pedir que le fabricasen tanto ópticas ultraluminosas, como una película en color de alta sensibilidad. Como decía, los avances en cámaras digitales de alta resolución para cine, permiten que virguería semejante se pueda volver a repetir. 

Otra cusiosidad, una versión de Smoke in the Water, por una orquesta mixta de instrumentos traidicionales japoneses y de orquesta sinfónica. Una gozada, sobre todo por la profesionalidad y habilidad de los ejecutantes.



Otra versión de un clásico universal: Stairway to Heaven, una de las canciones más versionadas de la historia de la música. Esta vez interpretada por el virtuoso Stanley Jordan, capaz de tocar, con un instrumento no polifónico, como una guitarra eléctrica, acompañamiento y melodía gracias a la técnica del taping, es decir pulsar con las dos manos en el mástil. Al final de la canción hace algunas otras cosas con un bajo y una guitarra dignas de asombro. 


Y por último, una versión original: Take five interpretada por el cuarteto de Dave Brubeck. Su compositor es Paul Desmond, el saxofonista. Como curiosidad cito que el ritmo de la melodía está compuesta en tiempo irregular o asimétrico (no en los tiempos tradicionales de 4/4, 2/4, etc., sino en 5/4, con lo cuál los compases de casan perfectamente y queda una sensación de ritmo inconcluso muy curiosa). ¡Qué joyas hay en el youtube!




Sunday, April 06, 2008

Another brick in the wall

Después del post anterior, me quedé con ganas de hablar algo de Pink Floyd. No sé cuando me dio por escucharlos, hace mucho tiempo descubrí The Wall, cuando aún existían los vinilos y el disco tenía unos magníficos diseños de contraportada, ladrillos blancos, dibujos de Gerald Scarfe. Luego, mucho después, llegó la película, cuando el disco ya estaba rayadito de tanto escucharlo. 

No sé si se han quedado anticuados, no sé si esa grandilocuencia, esas pretensiones, a veces desaforadas, con que el grupo salió de la época ácida (que dejó atrás la cordura de Syd Barret) y se lanzó, de la mano de Roger Waters, a una ambición sónica de dimensiones casi wagnerianas, han resultado, a la postre, en un artificio, un adorno excesivo.

Quiero creer que no. 

Y me intersaba tambien Pink Floyd, aunque supongo que aquí me refiero más a Waters, a esa dimensión descriptiva de algunos de sus álbumes. Discos temáticos, como el propio muro, como los que luego haría Waters en solitario: Radio K.A.O.S. y Amused to death. Descubría ahí el reverso de la música en las películas, dónde solo es la comparsa de la imagen. En esos álbumes la música era la que contaba la historia, la narradora emocional del oyente, concepto que luego descubrí viejo, usado muchas veces en la música clásica antes de que se volviese definitivamente abstracta a finales del XIX. 

¿Y para qué tantas vueltas? pues para volver a "2001, Una Odisea del Espacio", claro. Este es mi pequeño homenaje a Arthur C. Clarke, recientemente fallecido, a Stanley Kubrick, fallecido hace algún tiempo, a Pink Floyd, grupo muerto también hace algún tiempo por mucho que se preocupen de resucitarlo, y a mis recuerdos de como los descubrí a todos, que espero no mueran nunca. 

Pink Floyd otra vez poniéndole Banda Sonora a 2001: psicodelia, flipe visual, chute definitivo de metafísica y ciencia ficción, no se puede pedir más.