Sunday, December 31, 2006

Milenio negro



Me confieso fan total de Ballard. Ningún otro autor ha sabido identificar psicológicamente la esencia de un siglo, el veinte, acelerado, terrible, sublime. Lo cita en su autobiografía, el imperio del sol: la bomba atómica de Hirosima, cuyo resplandor él mismo vió, o creyó recordar haber visto desde el campo de prisioneros de Shangai, anticipaba y era el climáx del siglo, el momento álgido que decide y resume una centuria de enfrentamiento con el horror del absurdo. El ser humano ha llegado al borde del abismo, ha alcanzado los límites de su propio desarrollo como especie y casi ha agotado los recursos del propio planeta.

¿Cuando termina el siglo XX? yo creo que aún no lo ha hecho. Sí, las fechas dicen otra cosa, pero, al igual que el decinueve murió en el palacio de invierno cuando ya el calendario se había agota, el XX aún colea, moribundo, entre nosotros. Y eso me ha parecido ese magnífico libro de Ballard, Milenio negro, la crónica de una agonía y la narración de un nacimiento aún por venir.

La lectura deberá reposarme en la cabeza un tanto para poder abordar la valoración técnica, un estudio ponderado, definir las aristas nebulosas de lo que he leido. Ahora me apetece tan solo recrearme un poco en el paisaje psicológico del libro: la vista recursiva de un cadáver hecho con retazos de metal, de periodicos viejos, de calles con nombres concretos, de sonrisas, gafas de pasta, calaveras, puros, kalashnikovs, bigotes, que se extiende, enorme, sobre la conciencia del mundo.

Ballard canta a la última revolución del siglo XX, y fabula con la primera del XXI una revolución distinta, no ya la de los proletarios, del Potemkin y su carne agusanada, sino el fin del estado del bienestar, la revolución contra un orden establecido que no es la dictatura brutal y directa, sino el oligopolio, el capitalismo, el darwinismo social y la aristocracia industrial, mediática, política.

Y no solo eso, fracasada la razón, regresamos a la oscuridad del acto irracional como el último suicidio posible. El neocortex, librado a un callejón evolutivo sin salida, se enfrenta a problemas que no puede resolver y se electrocuta a si mismo.

Como en todas las obras de Ballard, hay más, está dentro, sumergido en una sopa de significados sub y supraconscientes, aliñando la riqueza literaria del que se resiste a decaer y dejar de ser una de las grandes figuras de la ciencia ficción de todos los tiempos.

Saturday, December 16, 2006

Regalos peligrosos


A través del Blog de Fran Ontanaya, llegué a una página donde comentaban los diez juguetes más peligrosos de la historia (de Estados Unidos, aunque ellos no hacen esa distinción, ya que para ellos los USA son el mundo, más allá no hay nada) . El primero tiene tela, dardos arrojadizos de punta afilada. 6700 heridos, cuatro muertos a lo largo de cuatro años de estar a la venta. Una pasada, pero nada que se salga de lo común. Al llegar al segundo de la lista pensé que estaba leyendo una broma internetera. Poco a poco me fue invadiendo el convencimiento de que aquel juguete era real. Se me erizaban los pelos del cogote (los de la cabeza no, porque tengo ya pocos) . Se trata, nada menos y nada más, que de un laboratorio atómico de juguete. Incluye un contador geiger, una minicámara de niebla, un espintariscopio, un electroscopio y cuatro muestras de U238, que no es el U235 de las primeras armas nucleares y las centrales de energía atómica, pero que se ha demostrado que puede producir "leves" enfermedades tales como la leucemia. Fue vendido durante 1951, en lo más álgido de la época "radioactiva" de la cultura estadounidense.
No hacen falta muchos comentarios. Dicho "juguete" mortal, me recuerda una cosa que vi en un reportaje sobre la radioactividad: El comprobador de ajuste de zapatos, un dispositivo que usaba un tubo de rayos X y un sistema de fluoroscopía para ver el interior de los zapatos (y de la piel, hasta los huesos) y comprobar cómo ajustaban los pies a su funda de cuero.
Se puede pensar, tranquilizadoramente, que son burradas del pasado, qué bien que ahora ya sepamos lo que es la radiación y sus perniciosos efectos. Yo prefiero verlo de otro modo, dado que el ser humano ha cambiado muy poco (o nada) desde las cavernas, me inquieta pensar en qué dispositivos perniciosos, qué burradas perjudiciales estaremos haciendo y que en unos cuantos lustros servirán para que nuestros descendientes se lleven las manos a la cabeza (si quedan descendientes y si estos siguen teniendo cabezas y brazos, claro).

Monday, November 27, 2006

La publicidad lo es todo


No por llevar ya unos añitos con nosotros, dejan de fastidiarme. Son las pantallas del metro de Madrid, teles gigantes para los que esperan en el andén. Al principio eran mudas, si querías mirarlas, las mirabas, y, si no, a embeberte en tu libro, o en lo que quisieras. Pero, a algún iluminado se le ocurrió pensar que si podías escaparte de ellas, y seguir con tu libro o revista, ibas a dejar pasar la estupenda oportunidad de ver un anuncio más. Claro, eso es intolerable, hay que ver muchos anuncios, todos, para que la economía siga viva, y nosotros, los ciudadanos, cada vez más muertos. Así que les añadieron sonido, así no hay opción. Si quieres huir de los atascos en superficie, usar un transporte público, ecológico y lógico, barato y eficaz (quitando la epidemia de cortes y obras que vivimos), puedes, pero tienes que pagar el precio de escuchar, por cojones, las puñetaras, insidiosas y odiosas musiquitas de los anuncios. Supongo que para la mayoría de la gente no es mucho problema, viven con la tele encendida, hora tras hora, viendo programas escondidos entre largas ristras de anuncios machacones, alienantes, manipuladores. Yo no tengo tele, no estoy vacunado, me dan grima, alergia, me producen una hinchazón incontenible del órgano de la indignación.
¿Cuál es el objetivo? ¿Fastidiarle la vida a los usuarios del metro? Supongo que no. ¿Ganar dinero con la publicidad y, con esas ganacias, mejorar el servicio?, quizá es eso. ¡Ah, vale!, o sea que en vez de pagar mis impuestos y que estos se aprovechen para fomentar el transporte público, ahora la recaudación se va a hacer vía las empresas: yo compro sus productos y parte de las ganancias se emplean en crear y contratar publicidad, que luego sirve para pagar el transporte público. ¿Que no es eso?, entonces ¿para qué sirven las pantallas intrusivas? Se me pueden ocurrir muchos y muy malsanos -si se oyen consignas, no se piensa; si no se puede leer, mejor; si alguno se escapa del sistema, le cogemos en el metro, de donde no puede huir- pero no quiero volverme realista, digo... paranoico.
Me parece a mí que algo huele a podrido en Metromadrid, y no me refiero a los olores a alcantarilla que, de vez en cuando, nos hacen fruncir la nariz.

Tuesday, November 07, 2006

Ignotus 2006


De Dos Hermanas me he traído un monolito. Sé que no es de materia degenerada, ni podré encender una estrella con él, ni tampoco me servirá para un ácido viaje multicolor en el que me encontraré con el futuro de la raza humana; es aún más valioso: Los aficionados a la Fantasía y a la Ciencia Ficción que acudieron a la Hispacon de Dos Hermanas y los miembros de la AEFCFT que votaron a distancia, decidieron conceder a Danza de Tinieblas el enorme honor de ser nombrada como mejor novela.
Los premios son símbolos, y como tal interpreto éste. Ya intenté decirlo en la cena de la convención, aunque no sé si lo supe expresar bien: el mayor premio es saber que todos esos aficionados que me han votado, han disfrutado de mi libro.

El arte es, en esencia, comunicación. Saber que algo que se ha creado con esfuerzo e intención, ha logrado llegar a sus destinatarios, es uno de los mayores goces que tiene trabajar en esta empresa a dos bandas, lectores y escritores, que es la literatura.

Gracias.

Gracias también, una vez más, a aquellos que me ayudaron a que la obra llegase a los lectores: a Paco por publicarla, a Nati por ayudarme a corregirla, a Luis, Alejandro y Julián por criticarla lo suficiente como para destacar sus fallos y no tanto como para deprimirme.

DHcon 2006


Hace quince días que no actualizo el blog. En mi descargo, he de decir que mi vida estos días ha sido complicada. Luego comentaré en otra entrada esta etapa y las causas de las prisas, ahora solo quiero hablar del colofón con el que ha terminado el mes, la Hispacon de Dos Hermanas.

Tras un par de años de vacaciones hispaconeras, Vigo y Cádiz creo que fueron, (por muchos motivos estaba un poco necesitado de descanso), había decidido acercarme a Córdoba a reencontrarme con los amigos que había dejado de ver, y por conocer a los nuevos integrantes de esta gran familia de aficionados a la cf y fantasía, entre la que felizmente me incluyo. A medio camino, a última hora, el proyecto Córdoba cayó estrepitosamente. No ha sido la primera vez ni la última que sucede algo así, pero, y ahora viene lo bueno, igual que en Xatafi se consiguió remontar brillantemente similares circunstancias, con aún mayor premura, se ha vuelto a lograr un buen resultado.

Dicen que los españoles somos maestros en las reacciones rápidas, los exitosos apaños de última hora y flojeamos en la planificación a largo plazo, en hacer las cosas con tiempo, vamos. Será que es verdad, porque esta Hispacon de urgencia nos ha regalado tres días intensos, en que las dos centenas de aficionados que suelen juntarse en estas cosas, nos hemos reunido, hemos charlado, reído, y disfrutado de nuestra mutua compañía atendiendo o asistiendo a las conferencias y mesas redondas. Y todo en un clima de afabilidad como hacía tiempo que no veía.

Por tanto, como de bien nacidos es ser agradecidos, solo puedo dar gracias a los que tienen el mérito:

Gracias a los organizadores por dejarse la piel, conozco los esfuerzos que demanda una Hispacon y es muy duro. Gracias también a la gente de las bibliotecas de DH, por ceder tan adecuados locales y ser estupendos anfitriones. Gracias a la junta de la AEFCFT, que también arrimaron el hombro, a los que han puesto stands, a los que participaron en conferencias y mesas redondas y a todos aquellos que han colaborado para que todo haya salido tan bien.

Ha sido un verdadero placer.

Sunday, October 15, 2006

Otra vez


Otra vez. Sí, la verdad es que es algo recurrente en mi relación con el cine hecho en España: otra vez no, otra vez más tenían todas las bazas en la mano, han apostado fuerte y lo han hecho mal en la parte aparentemente más fácil.

Sí, ayer fui a ver Alatriste, la gran superproducción, y salí del cine con un regusto amargo, algo cabreado y un poco triste. ¿Por qué? Voy a intentar explicarlo analizando las tres patas sobre las que se sustenta una película:

Dirección: correcta, aunque sin alardes. El montaje tampoco está demasiado mal. Hubiera sido de gusto algo más de personalidad a la hora de rodar, pero casi prefiero la contención eficaz que los experimentos que no funcionan con una película de tanta dificultad técnica (y tanta pasta, 24 millones de euros).

Actores: para llorar. Acabo antes enumerando las actuaciones memorables que las que se cargan la película. Quevedo (Echanove), El condeduque de Olivares (Javier Cámara), Bocanegra (Blanca Portillo) y los amigos de Alatriste. Todos creíbles, eficaces, algunos (como el Condeduque y Quevedo) magníficos.

Dejo para el final al propio Viggo, con una presencia en pantalla abrumadora, se mete en el papel y lo llena e incluso lo desborda con cosas de su propia cosecha. Si hubieran trabajado más el acento, ya hubiera sido de sobresaliente cum laude.

Esas magníficas actuaciones quedan desmerecidas con las de Noriega (que parece que está de charla con sus colegas), Ariadna Gil (que solo sonríe y poco más), y Unax Ugalde (que no da la talla aunque lo intenta). Entre los tres se cargan media película.

Mención aparte merece ese desperdicio de usar a Pilar López de Ayala, que se come la pantalla con una presencia y un saber hacer encomiable, relegada a un papel estúpido. Es casi como de risa.

El casting de los secundarios me parece notable, sobre todo ese Felipe IV pasmarote como recién sacado de un cuadro. Muy bueno.

Guión: y vamos con la guinda del pastel. No caben. Todas las novelas y sus hechos, no caben en una sola película. No entiendo muy bien la decisión de no aprovechar el tirón e intentar hacer algo más. ¿Que eso implica no poder contar con Viggo? Bueno, no es imprescindible como protagonista. Y si solo se pretendía hacer una, ese guión habría que haberlo limpiado mucho, haberlo despojado de escenas superfluas, dejar solo las imprescindibles para que la acción fluya adecuadamente. Más que un río, la acción es un delta lleno de ramificaciones y revueltas que no añaden nada más que confusión.

La película, mucho me temo, no es ninguna maravilla. Ahora bien, es cierto que tiene logros. Aunque las tres patas principales cojeen, hay virtudes, como una fotografía preciosista, pictórica, buenos decorados y buenas puestas en escena (igualito que Juana la Loca, qué horror), adecuada coreografía de batallas y duelos (sin abusar tampoco. Lo de Roicroi da un poco de pena de escaso que se ve. Unos cuantos "copio y pego" digital harían falta ahí).

Los textos ayudan a que la película no sea un completo fracaso, la parte heredada de Reverte, ese Siglo de Oro abundante de miseria y abuso, esos personajes que encajan como un guante en la época, casi buenos y casi malvados, con tenebrismos en el alma.

Y lo que más me gusta, la escena final. Al verla me acordé de una visita al castillo de Edimburgo, que hice hace muchos (algunos) años. Teníamos puestos esos cascos que te van contando cosas cuando pulsas un número en el teclado. En determinado momento, en la puerta creo recordar, el locutor nos narró el asedio por las tropas inglesas del castillo, la heroica resistencia de una guarnición escocesa y cómo, al final, sin posibilidad de aguantar más, se habían rendido honorablemente y se les había permitido conservar la vida. Un buen amigo y yo nos miramos, extrañados, ambos súbitamente conscientes de venir de un país donde el asedio más famoso es Numancia.

Los que han visto la película sabrán de qué hablo.

Heroes



Una nota breve: imaginaos un cruce entre "El protegido" y Watchmen convertido en serie de TV, y tendreis algo como Heroes: planos hiperrealistas, personajes sólidos, superhéroes que viven, andan, caminan y evolucionan. Acabo de ver el tercer episodio y a lo mejor exagero un poco movido por el entusiasmo, pero la cosa promete. No espereis capas de colores ni ropa interior por fuera de la ropa, actitudes chuscas, ni al típico adolescente reprimido que les da una tunda a los abusones. Los protagonistas, son seres humanos con superpoderes, los problemas que eso les lleva, a añadir a los propios de sus vidas, y una enorme trama detrás para unirlos a todos.

En la línea de X-men, pero aún mejor.

En fin, que si podeis, no os la perdais.

Tuesday, October 03, 2006

Eureka


Eureka es un pueblo USA estándar, al menos en apariencia. Ya saben, aquello de la pequeña comunidad con sus habitantes característicos, el sheriff, el del garaje, el del bar, la ayudante del sheriff psicópata de las armas, la delegada del departamento de defensa, la megacompañía de investigación que tiene su sede al lado del pueblo, la puta con licenciatura en psicología y los habitantes, todos superinteligentes científicos que han sido puesto juntos en el mismo pueblo porque debe ser que el resto de los USA no soportan vivir cerca de ellos, los marginan y apalean por las calles (esto último es cosecha mía).

Eureka, es, aparte del nombre del pueblo, una serie de Televisión emitida en el Sci-Fi channel de allá (con lo cual no tardará en llegar al de acá) de la que me acabo de terminar la primera temporada vía emule.

No hay mucho que decir de ella, salvo que te deja un regusto amargo. Al interesante planteamiento y al buen hacer del protagonista (me cae simpático el sheriff Carter, no puedo evitarlo).
Lo estropean unos guiones que pecan de simplistas, repetitivos y facilones. Con la de cosas interesantes que se podían haber hecho con la serie. En potencia hay mucha ciencia ficción divertida en la que basarse.

Incluso los personajes no están mal, planos pero también divertidos, con posibilidades de evolucionar, incluso dentro del marco de una serie amable como pretende ser Eureka, pero se quedan en el intento y terminan convirtiéndose rápidamente en estereotipos sin alma.

Lo curioso de todo esto es que esta serie hubiera sido un hit hace unos años. Cumple con creces la expectativa televisiva de hace, digamos, un lustro. Pero, amigos, ahora el nivel está muy, muy alto. Tenemos Galáctica, Los Soprano, CSI, y un largo etcétera.

Cómo cambian las cosas, y luego dicen que no pasa el tiempo...

Wednesday, September 20, 2006

Felicidad


Dicen algunos psiconeurólogos que uno percibe la felicidad siempre a posteriori, como un período de tiempo en el que las capacidades del cerebro (y ahí entran todas, sociales, creativas, físicas) han estado siendo ocupadas en un alto porcentaje. Vamos, que somos felices cuando no nos ha dolido nada y hemos estado entretenidos.

Escribo esto porque este septiembre parece que se me acumula la felicidad. En el trabajo hay un repunte estacional de la carga de marrones por metro cúbico, lo cual lleva a tener todo el tiempo oficinesco ocupado en darle a la tecla o a la cabeza, o las dos cosas a la vez.

En casa también soy muy feliz. Estoy corrigiendo una nueva novela, que no por ser cortita me está dando menos trabajo. Es una tarea muy absorbente. Ahora mismo mi realidad se divide a medias en el mundo éste que conocemos todos (aquí en Madrid, polvoriento y lleno de grúas a más no poder) y otro, el de la ficción, que, aunque yo no piense conscientemente en él, me acompaña allá por donde voy. Los personajes y los escenarios dan vueltas y se persiguen unos a otros y a veces, en el metro o hablando con alguien, se se solapan al mundo real y me dejan un poco perplejo.

Supongo que cuando pase algo de tiempo me acordaré de este mes y diré qué bien me lo pasé, qué feliz que fui. De momento me voy a dormir todos los días con un feliz dolor de cabeza de tantas horas en el ordenador, claro que también puede que sea congestión alérgica.

En fin, dejaré de quejarme y me pondré otra vez a la tecla, a ser feliz otro ratito.

Thursday, September 07, 2006

Personajes: HOUSE


House es el apellido de un médico anarquista que deambula cojeando por los capítulos de la serie a la que da nombre. A mucha gente que me había hablado bien de ella, no les había hecho mucho caso porque los culebrones médicos, tipo Urgencias, nunca me había llamado la atención. Craso error, voy por el episodio 20 de la segunda temporada y la verdad es que engancha, y mucho.

La receta para convertir la práctica de la medicina en algo tan interesante (quitando aficionados al sado y al gore de agujas y trepanaciones) es el propio personaje House, un amoral, individualista hasta la médula, borde, políticamente incorrecto, genio en la medicina del diagnóstico, completamente incapaz de interaccionar normalmente con otros seres humanos. ¿A quién recuerda ese arquetipo? Sí, una vez más a Sherlock Holmes y a su inhumana capacidad de deducción. En el mismo paquete de la deducción cuasidivina, también va el del desprecio a las normas y a las relaciones interpersonales, ya sean amorosas o de otro tipo.

Camuflado más o menos, en la serie asistimos al éxito de un Holmes médico rodeado de un equipo de watsons adláteres, compañeros de hospital de los que abusar, pacientes que diagnosticar, y de enemigos materializados en forma de evasivas enfermedades y la rémora de un sistema de salud que no está al servicio del propio House y sus demoledoras intuiciones, sino al de ganar dinero a espuertas (aunque tampoco se insiste mucho en ello).

Si bien no es así del todo, House hace trampas -y ahí otro de los valores de la serie-, desprecia casi todo, pero en el fondo aprecia a sus pupilos y a su único y sufrido amigo, Willson, oncólogo de profesión, santo de vocación. House es un ser herido que ha reaccionado con una gruesa concha de ironía salvaje, ataca antes que otros lo hagan, desprecia antes de que lo desprecien, o, algo peor, lo compadezcan por su cojera. La serie insiste un poco en la línea de la película aquella de Holmes y Freud (Elemental, doctor Freud). Podrían haberse cargado el arquetipo, pero los guiones son lo suficientemente buenos como para bordear con éxito los abtrusos territorios del sentimentalismo y salir con éxito.

La serie ha seguido en muchos puntos la forma de hacer televisión que inició CSI. Comparten, incluso, a Holmes como arquetipo del personaje principal (Grissom tambien es un Holmes asocial y fascinantemente listo), y la infografía gore de arterias reventando y bacterias mordiendo músculos y tejidos. Es una muestra más de este tardío reverdecer, un canto de sirena a la muerte de la televisión tal y como la conocemos, que, por lo menos en España, terminará siendo tan solo anuncios, marujas gritonas y cinco minutos de telediario promocionado. Recupera el buen sabor de los seriales, una narración en imágenes que está mucho más a medio camino de la literatura que el propio cine: una serie puede desarrollar personajes, situaciones, argumentos en arco de un modo tan efectivo, con tanto tiempo para contar cosas, como tiene la propia literatura en la extensión de las 300 páginas de una novela.

Pensándolo un poco, intentando extraer la esencia que hace a la serie tan interesante, he llegado a la conclusión de que lo atractivo de esos personajes tan extremos como House, Grissom o cualquiera de los muchos trasuntos de Holmes que hay por ahí deambulando con mayor o menor éxito, es la libertad. Sí, así como suena, son seres libres, no costreñidos por las normas sociales, por la buena educación, por la corrección política. Ni siquiera se someten a la dictadura del amor -romántico, conyugal, filial-, son libérrimos y obsesivos seguidores de su propia inteligencia y de la interpretación del mundo que esta les brinda. De ahí su poder: no hay vendas que les nieguen la realidad.

Por supuesto el transgresor tiene que pagar un precio -la libertad nunca fue gratis, terminan siendo víctimas de la soledad, odiosos freaks a los que se recurre solo porque son efectivos en grado sumo- pero es agradable ver cómo la jaula social tiene puerta y esta puede ser abierta.

Wednesday, August 23, 2006

Pirados del caribe 2


Sí, Pirados del Caribe, se podría haber titulado así, por desgracia, la película "Piratas del Caribe 2: el cofre del hombre muerto". Es el gran éxito del verano, la película que más recauda. ¿Por qué? La respuesta es fácil: la primera parte estaba muy bien, se había creado una aventura de piratas con estupendos personajes, paisajes y fotografía de lujo, efectos especiales maravillosos y una historia entretenida y bien llevada a la pantalla, sin alardes, pero correctamente dirigida. Eso sin mencionar la genial creación -porque me da la impresión de que es mérito suyo casi en exclusiva- de ese alucinado capitán Jack Sparrow por parte de Johnny Deep (mejor en inglés, el acento es buenísimo), siempre tambaleante, cobarde, aprovechado, cínico y divertidísimo. La gente ha vuelto al cine a disfrutar de lo mismo, craso error.

Las bondades de la primera se agotan, se dilapidan sin ton ni son en esta segunda parte. Los personajes vagan por escenarios paradisíacos durante más de dos horas buscando un guión, una historia, algo a lo que aferrarse. La desesperación aumenta con el metraje, las cosas se descabalan, los nuevos malos son ridículos o copias de los antiguos, los buenos han perdido las bondades que exhibían en la primera parte, tan solo destacan algunos diálogos cómicos, alguna pincelada de interpretación. Se nota que la historia y los personajes no son sino una excusa para pasar lo más rápido posible de una escena espectacular de peleas o persecuciones a otra. Se acumulan los despropósitos y la historia se va al garete, se hunde, se convierte en un pecio olvidado y solo nos queda asistir a un extraordinario despliegue de escenas de acción que, sin el soporte de un argumento, están bien, muy bien incluso, pero pierden mucho interés.

En eso sí destaca la película, en la producción, en las peleas, en los efectos especiales, que son no solo magníficos, sino extraordinarios; el diseño artístico reluce con una intensidad digna de mejor propósito. Los barcos, las peleas a cañonazos, los trajes, el maquillaje, todo es vivído, casi palpable. Y lo mejor, el barco, la tripulación y el propio Davy Jones, un mito marino de un demonio que recluta su tripulación entre los ahogados y navegan con su barco cubierto de conchas marinas por encima y por debajo del mar. Los propios tripulantes, tras pasar eterninades bajo el agua van transformándose: las caras se vuelven corales, cabezas de tiburón; los cuerpos se cubren de las excrecencias calizas creadas por los gusanos marinos, les anidan estrellas de mar, pulpos, y hasta mejillones y percebes. Y ese maquillaje no es el látex solidificado e incapaz de reflejar emociones sino alguna virguería informática que permite interpretar una gama completa de gestos. Increíble.

Menos mal que siempre hay forma de disfrutar de las cosas, será aquello de mirar la botella medio llena, porque la película, como tal, defrauda y mucho. Mejor ni hablar del final, descabalado, ilógico, torpe y que encima amenaza con una tercera parte. Por mí, me pueden ir esperando..., aunque, lo mismo la veo tan solo por deleitarme con una nueva entrega de esos efectos especiales; no para ver una película, sino para asistir a una exhibibión de proezas técnicas y habilidades artísticas. Ahora que lo pienso, quizá el cine, o una gran parte de él, se está quedando solo para eso.

Daría pena, la verdad.

Tuesday, August 22, 2006

Entendimientos



No quería dejar de pasar más tiempo sin comentar una cosilla mínima, pero que en su momento me puso al borde de un cabreo sonado. Tan solo al borde, porque estaba de vacaciones -estado que no ha durado mucho, snif- y no era cuestión de acumular adrenalina, sino de todo lo contrario.

Y laboral es el comentario: a finales de julio las noticias se llenaban de diatribas contra los malvados trabajadores de handling de Iberia en el aeropuerto del Prat. El handling, en los aeropuertos, se ocupa de la penosa tarea de cargar y descargar los aviones de maletas, esos objetos tan propensos a perderse en el follón del tráfico aéreo del siglo XXI. Dichos trabajadores decidieron no aceptar las condiciones de huelga de servicios mínimos que se dictaban para el caso (el 90%) y declarar una huelga salvaje, cabrona, de resistencia, una protesta sin todas las de la ley, pero más eficaz, por una vez, que lo que suele suceder en estos casos.

No voy a discutir que la ocupación de las pistas fuera o no un delito. Lo era, es evidente. Pero, cuando llegamos a los resbaladizos terrenos donde moran los abogados, las cosas no son tan sencillas como parecen.

Por ejemplo, ¿cómo llamarían ustedes a estas medidas, legales o ilegales?:

-La última huelga "legal" de handling los servicios mínimos a que obligó la administración eran de un 90% de un día normal.

-Los trabajadores tenían ante sí el pase inmediato a microempresas fragmentadas con una garantía de dos años o el despido con 21 días de indemnización por año trabajado.

-Los trabajadores tuvieron conocimiento de este inquietante futuro de precariedad o paro justo en tiempo de vacaciones cuando más débil puede ser una respuesta ya de por sí débil al recordar precedentes de 'servicios mínimos' tan prepotentemente abusivos.

Observaciones recogidas todas ellas aquí .

Quizá no sean ilegales, pero, a mi modo de ver, entran dentro de esa categoría de actos que si bien son legales en la letra, ya no tanto en el espíritu.

Si nos fijamos en las cosas que pasan con el handling, solo estamos contemplando otro aplastamiento más de unas condiciones laborales ganadas con esfuerzo y luchas sindicales años atrás, usando el neoliberal buldozer de las privatizaciones, subcontratación, manipulación de la información y connivencia en el proceso con los poderes públicos.

Los sindicatos mayoritarios, CCOO y UGT, parece que, como siempre en estos casos, recomendaron moderación. Bien, hicieron su papel una vez más, pero no funcionó, esta vez no, y espero que sea un síntoma de que algo está cambiando.

Quizá por eso quien se hizo adalid de la reconvección moral de los malvados trabajadores, no borreguiles por una vez, fue, nada más y nada menos que el presidente del socialista gobierno de España, el señor Zapatero :

(Zapatero) Dijo no entender esa manera de actuar de los trabajadores, invadiendo las pistas, un hecho "excepcional" pero inaceptable, cuando existe el derecho de huelga plenamente reglamentado.

"Vivimos en un país democrático donde cualquier reivindicación tiene unos cauces, que pueden llegar al ejercicio del derecho de huelga, a través de las fórmulas que están establecidas legalmente", subrayó Rodríguez Zapatero.

Lo creía mucho más inteligente, o mejor informado. No es difícil entender que alguien a quien, usando la ley sobre huelgas, le han tomado el pelo, la siguiente vez que surge una
convocatoria parecida no se fíe de ella. Eso se aprende cuando eres niño y te quemas por primera vez. Se llama experiencia.

Pero la cosa no es ya solo eso. Todo tiene un límite. Dice un viejo aforismo que nunca, nunca, pongas a alguien contra la espada y la pared, porque una vez que no tenga nada que perder se puede volver muy peligroso. Por eso en los países donde mejor han sabido hacerse ricos los ricos (léase los USA) parece que cada vez les es más difícil vivir tranquilos. Hay rencor, y no me extraña. Ni toda la policía, ni todas la medidas legales, ni toda la manipulación informativa del mundo pueden impedir que un moribundo decida no morir solo, ni que un futuro esclavo de las subcontrataciones quiera no joderse altruistamente y en solitario.

Yo eso sí lo entiendo y muy bien.

Thursday, August 03, 2006

Los oasis cierran por vacaciones

Madrid en agosto parece que se diluye en sí mismo; su masa de cemento, tierra, ladrillo y acero parece reconcentrarse, desaparece esa clase de vida mineral que tienen las ciudades y se seca la savia metálica que circula por las venas ocultas de la ciudad.

Madrid en agosto olvida a sus ciudadanos, olvida el presente herido de zanjas, tuneladoras y martillos neumáticos, y cierra ojos hechos de mil persianas y sueña con su historia, con el villorrio medieval, con el asentamiento neolítico, quizá hasta recuerda el primer madrileño despistado que llegó a una colina boscosa al pie de un arroyo y decidió que aquel era un buen sitio para vivir, si le dejaban los osos.

Madrid en agosto no está, es más una masa de extrañas esculturas con ventanas, una apilación absurda de construcciones poliédricas, una marea de calles y semáforos, una viruela de árboles polvorientos que una ciudad. Los nombres -ciudad, calles, madrid, capital- huyen en una desbandada semántica que arrasa allá por dónde pasa.

Madrid, en agosto, deja de ser ciudad y se convierte en objeto, en laberinto cruel de cemento, asfalto y sol; un desierto donde hasta los oasis cierran por vacaciones.

Friday, July 28, 2006

Vacaciones, por fin

No todo va a ser malo este julio de calores, demolición acelerada de Madrid, atascos y bombardeos: comienzan mis vacaciones. Sé que esta alegría, la anticipación del solaz veraniego, la pagaré después con la minidepresión al regreso. Al cabo de los años casi me creo aquello de los budistas, cuanto más te ilusiones con algo, más deberás pagar por el desequilibrio cuando la rueda gire y te traiga el reverso de la moneda. Casi parece más apetecible la austeridad emocional para lo bueno y, como consecuencia, también para lo malo. Sin exagerar, claro; lo bueno de estas cosas espirituales, si tienen algo bueno, es tomárselas con calma, que tampoco pretendo ponerme a flotar mientras recito un mantra y mi espíritu se hace uno con el cosmos, que tal y como está, lleno de inidentificable materia oscura (como mi casa últimamente, a ver si en vacaciones limpio un poco), es como para pensárselo.

Como a algún sitio fuera de esta ciudad en colapso hay que ir, mi chica y yo emigramos al mar, nos vamos unos días a Lanzarote, isla desértica, asolada, volcánica, telúrica, playera, pequeña, lejana y no sé cuántas cosas más que ya averiguaré por el camino. Y esta vez no pico, me llevo las gafas de bucear, a ver si veo bichos subacuáticos en vez de torrarme al sol, y el portátil, a ver si al lejano abandono de aquella isla siempre veraniega, se vienen conmigo de vacaciones la puñeteras musas.

Actualización: una vez más he caído en la malévola estrategia de las agencias de viaje, esta vez via web (atrapalo.com), y sus maravillosas ofertas inexistentes. Sí, ya saben, aquello de: "uy, pues se nos acaban de terminar las plazas, pero tenemos el mismo viaje, en las mismas fechas, al mismo hotel, al doble de precio. Si le interesa, reserve ya, que se acaban". Me quedo en casa, cabreado, pero al menos no pienso darles un duro.

Como decía antes, para qué alegrarse, si luego te toca volver a la chunga realidad.

Thursday, July 27, 2006

La guerra de Gila, pero en triste


¿Está el enemigo? Que se ponga. Así comienza el monólogo de Gila que todos conocemos. Ayer el ejército israelí y la ONU protagonizaron una versión de ese trágico número de variedades que quizá tan solo haya reído una que siempre se ríe y enseña los dientes, más que nada porque no tiene carne encima que taparlos. Me la imagino descojonándonse, la guadaña por el suelo, la mortaja toda alborotada.

Dicen los periódicos que [un informe preliminar asegura que el organismo advirtió hasta diez veces en seis horas al mando militar israelí del peligro que corrían sus observadores ante el intenso bombardeo al que estaba siendo sometida la zona en la que se encontraban. La base de la Fuerza Interina de la ONU para el Líbano (FINUL) estaba perfectamente identificada. Aun así, un misil de precisión se la llevó por delante].

Siendo irónicos se podrían decir varias cosas:

Primero, que sí, que estaba perfectamente identificada la zona, tanto que el misil de precisión hizo gala de su ingeniería y acertó de pleno.

Segundo, que quizá los observadores de la ONU hayan sido víctimas de los terribles sistemas de centralitas automáticas "...Pulse usted 2 si quiere idenficar un bombardeo erróneo. Pulse 3 si quiere comunicar el número de bajas civiles, espere para que le atienda un operador..."

Tercero, si Israel ataca a la ONU, ¿no nos está atacando a todos los países miembros, entre ellos a sí mismo o es que como tiene costumbre de pasarse por el forro todas las resoluciones del organismo internacional, y no le basta, ahora prefiere cargarse a sus miembros?

Por supuesto EEUU, como siempre, le disculpará a Israel cualquier barbaridad en una carta blanca que avergüenza a la historia; y a las críticas ante semejantes burradas se contestará con el manido y multiuso "ustedes son antisemitas y no recuerdan el holocausto".

Lo que es gracioso en un escenario no lo es, en absoluto, en la vida real. Con la cohorte de payasos que dominan el mundo, solo podemos asistir a la representación del circo de la desesperación y el horror.

Thursday, July 20, 2006

Julio en Madrid


Julio en Madrid no es un mes, es una apisonadora. Hace un calor aplastante y las autoridades colaboran por hacer más imposible la vida al ciudadano reduciendo el tamaño y la frecuencia de paso de los metros, convirtiendo los vagones en incineradoras sin aire acondicionado e iniciando la infame operación asfalto (a añadir a las demás gallardonadas que sufrimos día a día).

A todo lo anterior se ha unido el explosivo reventón del modelo energético que se ha llevado por delante cuatro subestaciones del barrio de centro y Moncloa. El lunes no había ordenadores en el curro, el martes había, pero era un engaño, se iba la luz cada media hora, con murphiana precisión revienta-trabajos-no-salvados. Parece que hoy la cosa está ya arreglada.

Pero no solo me quejo, también reflexiono y me pregunto ¿y esos billones con "b" de pelas que se le dieron a las eléctricas por compensarlas -aún no sé por qué- por la privatización, dónde se han ido? Parece que en subestaciones no. Estaba yo acordándome de las barbas del vecino, lejano por suerte, estadounidense. Allí son norma los follones de suministro eléctrico, en California sobre todo, tras la furiosa privatización del sector de la energía. Supuestamente, la cacicada neoliberal iba a redundar en una mejora de instalaciones y suministros en función de la competencia, bla, bla, etc. etc. Enron se lo ha llevado todo por delante.

Aquí, pues el mismo camino llevamos. Y es que, aun asumiendo -que estaría por ver-, los beneficios de la competencia, entre monopolio y oligopolio la diferencia es mínima y es a la contra del usuario. Yo casi que me apunto a un monopolio estatal, aunque me llamen estalinista, al menos habrá luz para poder escribir estas cosas en mi ordenata. Quizá la rentabilidad no sería buena, quizá hasta tendríamos el mismo problema de suministro, pero lo dudo, el estado está siempre pronto a gastar pasta en infraestructuras, ya que eso deja siempre jugosas comisiones (sí, hoy lo veo todo un poco negro).

Hay más vecinos con barbas peladas, los trenes ingleses, sin ir más lejos, privatizados y, al parecer, un desastre.

Y eso no es lo peor. Llevan tiempo diciendo que el agua está muy barata, que es un bien escaso, que las compañías públicas de gestión de las aguas bebibles no funcionan. De aquí a unos años pagaremos diez veces lo que ahora, tendremos agua e instalaciones peores y habrá unos cuantos billonarios con "b" más, y todo por hacer una mejor gestión, más ecológica, de un bien escaso que de ser de todos, pasará a ser solo de unos pocos de la noche a la mañana.

Y es que en la membrana que divide a las personas decentes, numerosas y aborregadas y las indecentes, escasas, malintencionadas y bien organizadas, la presión osmótica lleva cada vez más rápidamente, el dinero, los bienes y los recursos de los primeros a los segundos.

A ver si es verdad que llega el mito ese y se acaba la "civilización occidental tal y como la conocemos" de una vez.

Thursday, July 13, 2006

Borrosus y paisanus entre la niebla



Al fin, tras un par de días de vorágine -he estado dando apoyo a Nati en sus duros días de exámenes para la oposición de secundaria-, llega la calma y puedo escribir sobre el retorno de Gijón, que ya me apetecía.

En primer lugar constatar la ciudad de nuevo: partida por cimadevilla, un puerto a un lado, una playa y paseo marítimo al otro. Rancio sabor a mar Atlántico, fachadas, sobre las que, aún en el seco -para sus estándares- verano, se adivinan musgos y churretes herederos de sal y humedad. Huele a mar. Y hay gaviotas. Me encantan las ciudades con mar y uno de esos inasibles aspectos que solo se recuerdan a la vuelta, en la memoria revivida del retorno, son los gritos de esos blancos pájaros de alas en uve, su voz chirriante, lejana, nostálgica, volando sobre los tejados, escuchados desde la cama del hotel a modo de despertador.

Gijón es eso, y es el clima fresco del norte, que en invierno será opresivo y frío, pero que en verano deviene en paraíso para alguien que, como yo, cada vez soporta peor el calor en la dura estepa. Y es también una ciudad donde se vive a un ritmo decente. No he sido consciente de lo desabrida que se ha vuelto mi ciudad hasta que he constatado que allí la gente no se agrede una a otra con los coches, que la hostelería, que aquí siempre había sido proverbialemente eficaz y agradable, ahora se ha vuelto como la ciudad, agresiva, poco amable: date prisa y termina que ocupas el sitio de otro cliente que está ya esperando; 2 euros y medio el café (malo), y si te quejas no vengas que tengo clientes de sobra.

Nos ha pasado en la capital lo que a la langosta que si se la mete en la olla en agua fría y esta se calienta despacio hasta la ebullición, ni se entera ni protesta hasta que muere. En Madrid hervimos y no nos hemos dado cuenta.

Es lo bueno y lo malo de viajar, que en el regreso, como decía aquel, está el auténtico viaje.

Establecido el escenario, vayamos a la primera parte: la Asturcon. Me apunté a última hora. Menos mal que los chicos de Gijón, inteligentemente, habían guardado algunas plazas para los despistados incurables como yo. Hablar de la Asturcon es hablar de los que la organizan, el colectivo Avalón, gente que habita ese Gijón que he descrito antes y que también se han hecho un huequecito en el corazón de los que hemos ido hasta allí alguna vez. Como siempre, nos recibieron estupendamente, organizando y controlando los actos de Asturcon, entre ellos el colofón de la espicha de disfraces. Gracias a todos ellos.

Este año, a la nómina de asturianos cienciaficcioneros maravillosos, tengo que añadir a uno nuevo, Chus Parrado. Las palabras se quedan cortas para intentar remedar la experiencia directa de conocerlo. Apocalíptico es poco. A Chus habría que dedicarle un artículo completo, no renuncio a ello.

Hablando de gente, con la excusa de la Asturcon y la Semana Negra, se acercaron por allí una larga lista de amigos que viven en otras ciudades, que se leen a diario en foros, blogs y demás, a los que apetece poner una cara, una sonrisa; identificar anímicamente. Y es que la palabra está muy bien, pero no solo se agota ahí la comunicación, se echa de menos darse abrazos, codazos, achuchones, mirarse a la cara, ver el cabreo hablando de algo que no te gusta, o los ojos relucir al describir una pasión. Eso, por desgracia, aún no lo tenemos en internet.

Sigo, que me pierdo: La Semana Negra, la otra parte del viaje y de los días pasados allí. Ya he estado un par de veces en la SN. Ésta ha sido la tercera. No hay análisis que valga, aquello no se parece a nada que exista bajo el sol cultural de España y Europa. No sé si en otros continentes se dará algo así. Lo más parecido y definitorio que se me ocurre es el impreciso calificativo de fiesta de la cultura. En ese ambiente lúdico, se confunden horas, mesas redondas, conferencias, conversaciones de bar, de restaurante, de paseo; se trata siempre de charlar, cambiar impresiones, hablar mientras se bebe o se come, con gente que comparte parecida visión de la vida, un interés profundo por la cultura, la comunicación, los libros, pero no solo los libros.

Al final la impresión es de una cinta continua de conversaciones, lúcidas las más de las veces, socarranos y divertidas otras, tristes las menos; un ponerse al día de las impresiones de los demás y de las propias por comparación; un constante intercambio de información que va desde la mesa redonda sobre la guerra civil y la ucronía, las presentaciones de libros, las conversaciones de sobremesa, las de las copas en las terrazas nocturnas... Solo se detiene la cinta continua de palabras para dormir, y eso poco. A veces tengo la impresión de que los que vamos a la SN nos pasamos el resto del año en silencio, madurando cosas, escribiendo, como mucho leyendo y escribiendo un poco en internet; que nos convertimos en una especie de marmotas hibernantes culturales, que solo despiertan en verano para asistir a eventos como la Asturcon, La Semana Negra o la Hispacon, en una explosión de cháchara constante y adictiva.

Pero todo termina. Al final hay que regresar a la vida común, al hablar poco, a descansar de esa especie de feliz orgía comunicativa y a ponerse a la tecla a ver si termino la novela que me trae de cabeza estos días.

Tan solo una valoración final: ¿cuánto queda para la siguiente?

Monday, July 10, 2006

Premios Xatafi-Cyberdark de la crítica de literatura fantástica




Pues sí, se concedieron en la estupenda espicha organizada por la Asturconel sábado pasado, los primeros premios Xatafi-Cyberdark de la crítica de literatura fantástica.

He tenido el inmenso honor de que a Danza de Tinieblas le haya sido concedido el premio a la mejor novela nacional.

Escribir una novela, como sabrán todos aquellos que hayan intentado crear una, es un trabajo intenso, largo; una maratón de perseverancia y dedicación que, en la mayoría de los casos -permítaseme la licencia, señor Brown- no está relacionado con los beneficios materiales que se obtienen de ese esfuerzo. Nadie, ningún escritor de los que conozco, se atreve a echar las cuentas, porque sería un poco absurdo y un mucho deprimente.

No es tampoco masoquismo lo que motiva a los que nos decidimos, contra viento y marea, a escribir. El mismo hecho de la creación es, casi siempre, una intensa recompensa. Afortunadamente no la única. La siguiente es poder publicar la novela y que, en ese acto de comunicación que creo debe ser el arte, le llegue a un público, que le guste o disguste y que te lo digan, que haya comunicación, intercambio, valoración.

Yo, en este caso, he tenido el inmenso placer de tener un público difícil, exigente, de un nivel intelectual apabullante, tremendamente curtido en ese difícil ejercicio que es a veces la lectura valorativa; que ha decidido que mi novela merece la pena, que está entre las mejores del año e, incluso, la consideran la mejor de este 2005 fecundo en obras fantásticas de calidad.

Gracias por tanto a ellos, al interés demostrado por mi obra y a haberme concedido el placer de formar parte, en su primera edición, del elenco de autores premiados por una iniciativa que, sé con toda certeza, se convertirá en la piedra fundacional de esa tan deseada consolidación del género -a todos los niveles- en nuestro país.

No quisiera cerrar esta entrada con la idea de que mi novela es solo mía. Aunque yo me lleve, en una primera instancia, la alegría de este premio, debo y quiero compartirla con otros, aquellos que me ayudaron a crearla, y a los que nunca podré agradecérselo bastante : Nati, gracias por soportarme esos días "difíciles" que tenemos a veces los que escribimos, por apoyarme y por ayudarme a corregir los muchos defectos del primer borrador. Luis, gracias por los consejos, el desvelo y la insistencia en convencerme en el buen uso de la tijera justiciera. Paco y la gente de Minotauro, gracias también por los consejos recibidos, por confiar en mí y en editar de una manera tan efectiva y atrayente la novela, gracias por el siempre estupendo trato recibido.

Friday, July 07, 2006

Gijón SN 2006

Dentro de unas horillas salgo para Gijón, a la Semana Negra 2006, a la que amablemente he sido invitado.

La invasión friki 2006 ya ha comenzado. Han sido las fuerzas principales vía tren hace unas horas. Los refuerzos llegarán pronto por carretera. ¡Aguantad hermanos!, que no os derroten la sidra y las fabes, que pronto llegaremos.

Mañana por la noche es la megacena espicha de la Asturcón. Además de terminar con nuestros estómagos e higadillos, se aprovecha el evento para fallar el primer certamen de los premios Xatafi de la crítica a lo mejor publicado en el 2005. Danza de Tinieblas está nominada, lo cual ya me parece un inmenso honor. No creo que gane, dada la calidad de los demás nominados, pero aún así no deja de corroerme la intriga. Es lo que tiene esto de los fallos de los premios. No obstante, no preveo que dicha intriga me quite ni el hambre ni la sed.

A la vuelta más.

Un día de Julio



Sí, llegó de nuevo mi cumpleaños.

Esto de la vida es como pedalear una bicicleta en una colina. Al principio vas pedaleando con esfuerzo, sin embargo la cuesta es empinada, el tiempo pasa despacio, los años parece que tardan en pasar más de un año. Luego la cuesta se va reduciendo, cada vez cuesta menos avanzar. Entonces, inconsciente tú, sonríes, miras el paisaje, te permites relajarte. Pero, llega un momento en que la cosa se convierte en una llanura. Estás en la cima. Sigues sonriendo pero ya como con el gesto un poco forzado. Sí, esto de la llanura está bien pero... ¿durará? Y cuando terminas de hacerte la pregunta, zas, no hace falta dar pelales, ha comenzado la cuesta abajo.

Así me siento yo ahora, no hace falta dar pedales, me han pasado las suficientes cosas -ni mucho menos todo lo que me puede pasar, pero unas cuantas ya-, buenas y malas, como para que las siguientes ya no me sorprendan del todo. Voy cuesta abajo. Y, ¿sabéis una cosa?, mola. Siempre me han gustado más las cuestas abajo que sus contrarias. Ahora solo queda agarrarse al manillar, apretar los dientes, y disfrutar como un loco del viento en la cara y las curvas ceñidas. Y lo bueno es que no puedes perder el carnet ni nada de eso. Así que, voy a ver si aderezo esa bajada excitante con un poco de Mac Allan 12 years (véase entrada sobre las manías :)).

Y luego dicen que los blogs no valen para nada.

Thursday, June 29, 2006

¿Fútbol?, un cuentecillo cienfiaficcionero-futbolero:

Tengo la visión.

No sería tan malo si no fuera por el fútbol. A mí me gusta, me entusiasma eso de ver darle patadas a un balón con mayor o menor habilidad hasta mandarlo al fondo de la red. Por eso no veo ningún partido.

En la vida cotidiana ya me he acostumbrado. No sé por qué tengo la visión, no la pedí, quizá sea un accidente, quizá un castigo; el caso es que, a diferencia del resto de la gente, los agentes espacio temporales se me aparecen claros y diáfanos, con sus trajes antigravitatorios, sus armas de subfase, y sus tanques y naves del futuro.

Salgo al balcón, y ahí están, en la esquina de la calle mayor. Dos escuadrones de los que, a falta de mayor información, llamo alfanos -tienen en sus trajes y armas estarcido un emblema parecido a una letra alfa-, están machacando a los cangrejos, unos seres con muchas patas que se mueven muy rápido pero que no saben usar armas. Según cuento esto los están aniquilando, ya no queda ni uno de los cangrejos. Un alfano, que parece el jefe por el porte y los dos pares de cuernos en la espalda, procede a volatilizar la piruleta de una niña que esperaba el autobús junto a su madre. Nadie ha notado nada, salvo la niña que llora desconsolada. Sabe dios qué consecuencias cósmicas favorables a los alfanos tendrá la existencia o no existencia en el futuro de la humilde piruleta. Porque de eso se trata, del futuro y las consecuencias que cada alteración del presente tiene para los contendientes.

Toda la batalla, las luchas, las muertes, los disparos, se ha desarrollado en una subfase del espacio real, al lado mismo de la realidad, pero separada de ella. Salvo las sutiles alteraciones de los agentes victoriosos, nunca queda huella alguna de las batallas, a lo sumo algún vientecillo se levanta tras una explosión realmente potente.

Ayer, en el partido de España-Francia, mundial del 2006, me arriesgué a echar una mirada a la televisión -sí, también los veo en las retransmisiones-. Sobrevolaban el campo una nube de las pequeñas y cilíndricas naves de los fláccidos (son como flanes translúcidos llenos de ojos) reventando con rayos y todo tipo de energías a las pelotas llenas de pinchos que son los trajes de combate de los tricotosos. Las bolas de pinchos, en una audaz acción de esquiva, habían provocado el penalti que Villa marcó. Creo que los tricotosos tuvieron ayuda de unas estrellas energéticas que nunca antes había visto. De todos modos, después fueron aniquilados y los fláccidos nos marcaron tres golazos, o los franceses por su intermediación, o los dos, ¡qué mas da!

Por eso no me gusta el fútbol. Si me gustasen las batallas espacio temporales lo pasaría de miedo, pero no es el caso, soy más ramplón, añoro la normalidad. Quisiera dejar de tener la visión, pero es imposible.

Claro que siempre puedo consolarme respecto al fútbol pensando que en otros aspectos es aún peor. Antes dije que en la vida cotidiana ya me había acostumbrado a la visión. Es mentira. ¿Nunca han intentado ligar con una chica mientras una cosa con tentáculos gordos como columnas se pelea al lado tuyo contra una miriada de pescadillas volantes, y todo por evitar que ella te mire, o para hacer que sí, que te mire, o para lograr que no te vea, o para lograr que se le caiga el bolso y tú puedas ayudarla?

Y no hablemos ya del sexo.

Así no hay manera.

Madrid 29-6-2006

Thursday, June 22, 2006

Manías

Hace poco escribí una reseña crítica de la estupenda novela Jonathan Strange y el Sr. Norrell, de Susanna Clarke. Investigando un poco acerca de la vida de la autora descubrí una cosa muy interesante: decía que los días de mucho sol, deslumbrantes días de primavera y verano, le era mucho más díficil ponerse a la tecla. Incluso recurría al truco de bajar las persianas y poner un cd con sonido de lluvia. En una entrevista televisiva, Somoza confesaba su fijación por las gomas de borrar milan en pequeñas torres -menos de seis, más de dos- que permanecían en su campo visual mientras escribía una nueva novela. Las gomas perdían su efectividad, se descargaban tras un uso indeterminado, y el autor debía comprar otras nuevas.

Investigando en la red sobre el tema de las manías de los escritores me he quedado pasmado: Borges se metía en la bañera por la mañana y meditaba sobre si lo que había soñado valdría para un poema o relato; Carlos Fuentes siente cómo lo posee el alma de su difunto hijo a la hora de escribir; Cortázar escribió Rayuela totalmente poseído por sus personajes, perdida la noción del espacio y el tiempo; Isabel Allende inicia siempre sus novelas el 8 de Enero; García Márquez necesita una flor amarilla encima de la mesa; Vargas LLosa se rodea de figuras de hipopótamos; Saramago solo escribe dos folios por día, y ni una línea más (ni menos, aseguro yo). Todas esas historias y muchas más se recogen en un curioso libro que quizá, si lo encuentro, me compre, llamado Cuando llegan las musas .

Después de ese despliegue de manías geniales, yo me declaro un maniático de perfil modesto: bajo las persianas, prefiero la noche, odio hasta el cabreo irracional que me interrumpan en mitad de un párrafo, me pongo música -siempre instrumental y acorde con el tono del relato en el que esté enfrascado, igual que Somoza que hasta pone ejemplos en su página web-, con chuches para aumentar el rendimiento, y si hay Mc Allan 12 years cerca pues, ¡mucho mejor! (atención, esta es una "velada" alusión para familiares y amigos, mi cumpleaños es el día 7, la última botella de Mc Allan me la cepillé hará un año o así).

¿Manías incoherentes? Sí, pero ande yo caliente... como decía aquel. Elaboraba César Mallorquí en un interesantísimo post sobre los sueños, una teoría de la creatividad que imagino no muy lejana de la realidad: el trabajo no consciente de una parte del cerebro es relacionar a toda velocidad muchos conceptos. Hay un censor cerebral que examina dichas estructuras y determina si pasan el filtro, si son útiles y merecen llegar a la consciencia. ¿Cómo funciona el filtro? Normalmente el embudo es muy estrecho, actúa aprendizaje, experiencia, sentido común, también prejuicio y rigidez. De ahí la necesaria "apertura de criterios" que se necesita para relajar el filtro de lo posible, de las ideas que aún alocadas funcionan precisamente porque cortociruitan ese consciente (dicen los neuropsicólogos que localizado en el lóbulo prefrontal) y permiten el progreso de ideas, argumentos, personajes o escenarios fascinantes, que por su propia naturaleza no convencional sirven al propósito de comunicar mejor que otras estructuras más convencionales.

Supongo que con las manías se trata de educar a ese lóbulo del sentido común, tan útil para hacer la compra y tan estorbo para una creación artística, de modo que ante determinados estímulos, sienta que está en ese especial momento del día en que debe relajarse y funcionar de otra manera.

Tan claro que un niño de cinco años podría entenderlo. ¡Que me traigan a un niño de cinco años!, que diría Groucho.

Tuesday, June 20, 2006

Personajes: Cyrano de Bergerac



Con Cyrano pasa algo curioso: al contrario de lo que se suele creer, no es un personaje, sino un hombre real, un francés del siglo XVII. Eso es normal ya que su popularidad deriva de la obra de Edmond de Rostand, publicada a finales del XIX, que dramatiza y fabula sobre una parte de su vida. Y es que con el Cyrano real sucede algo parecido a lo que aflige a ciertas personas: tienen vidas tan fascinantes que parecen más ficticias que reales, más literarias e inventadas que vidas normales. Todos nacemos, vivimos, sufrimos desgracias, disfrutamos de parabienes, nos enamoramos, trabajamos, algunos incluso crean cosas bellas, se enriquecen o devienen en malvados dictadores o directores generales, se hacen asesinos o políticos, pero todos sufrimos las terribles veleidades del azar, la incoherencia de la realidad. Sin embargo, hay personas, como Cyrano, que parecen seguir un guión pensado para no aburrir al espectador. Atiendan, si no me creen, a un resumen de su vida:
Vivió siempre en París, primero como militar arrojado y pendenciero, herido numerosas veces en duelos por cuestiones de honor o por mera diversión. En 1641, una vez retirado tras sufrir una fea herida, decide dedicar su vida a la filosofía. La cosa parece ponerse ya interesante, y el interés aumenta cuando lejos de convertirse en un hombre respetable, filósofo tradicionalista y conservador, como su oficio militar parece augurar, se convierte en un librepensador alborotador e incómodo, que se harta de escribir libelos satíricos contra todo aquel que le parece adecuado ridiculizar. Le interesa también el teatro -donde se apunta el tanto de ser uno de los primeros autores de obras teatrales en prosa-, la epístola filosófica y los tratados de física. Sí, la ciencia también le atraía, hasta el punto de elaborar un grueso tratado publicado post mortem, en el que se oponía al pensamiento de Descartes, negando su determinismo absolutista y reclamando el papel de la incertidumbre en la comprensión de los fenómenos naturales.

Y no queda ahí la cosa, entre cartas, peleas, acusaciones, defensas, atentados y demás líos de su vida, le dio tiempo a crear las que algunos creen son las primeras obras de ciencia ficción: Historia cómica de los Estados e imperios de la luna (Histoire comiqué des Estats et empires de la Lune) (1657) y Historia cómica de los Estados e imperios del Sol (Histoire comiqué des Estats et impires du Soleil) (1662). En esos viajes, de intención satírica y filosófica, el propio Cyrano, como personaje, viaja a la luna y el sol y analiza las absurdas sociedades que allí encuentra. Como luego haría Swift en sus viajes de Gulliver, (1726), esas sociedades que encuentra el viajero, son espejos deformantes. Ese ejercicio de distanciamiento sirve estupendamente, y viene sirviendo estupendamente desde entonces, para observar los defectos y virtudes de nuestra propia sociedad.

Como muestra del carácter rebelde y librepensador del Cyrano real y casi ficticio, un par de extractos de su obra, sacados de la cada vez más útil wikipedia:

"Un hombre honesto no es ni Francés, ni Alemán, ni Español, es Ciudadano del mundo, y su patria está en todas partes". ( Un honnête homme n'est ni Français, ni Allemand, ni Espagnol, il est Citoyen du monde, et sa patrie est partout).

La muerte de Agripina (1654)=== (La Mort d’Agrippine)
Ces beaux riens qu'on adore, et sans sçavoir pourquoy,
Ces alterez du sang des bestes qu'on assomme,
Ces Dieux que l'homme a faict, et qui n'ont point faict l'homme,
Des plus fermes Estats ce fantasque soustien,
Va, va, Térentius, qui les craint, ne craint rien.

Esas ínfimas cosas que uno adora, y sin saber por qué/esa alteración de la sangre de los crédulos que se doblegan/ Esos Dioses que el hombre ha creado, y que no pueden crear al hombre/De los más firmes Estados qué fantástico sostén/"Bah, Bah, Térentius, quien las cree, no cree en nada.

Ya el personaje real es algo sorprendente. A esa leyenda se le añade mucho después (1897) la obra de Rostand Cyrano de Bergerac, escrita en un nostálgico verso neorromántico que pretende imitar los mejores logros del teatro versado francés que precisamente Cyrano hizo por abolir.

Hay una docena larga de versiones fílmicas de Cyrano. La de 1950 con José Ferrer como protagonista, no está mal, pero que ha envejecido mucho. De las que he visto, mi preferida es la maravillosa versión interpretada por Gérard Depardieu en 1990 y dirigida por Jean-Paul Rappeneau.

La historia de Cyrano es de sobra conocida: Cyrano es un hombre que da la imagen de ser un matón cruel, un dictador, un inteligente e intolerante batallador de la lengua y de la espada, que nada teme. Esclavo de su complejo de inferioridad tiene que demostrar continuamente, sobre todo a sí mismo, que su deformidad física (una enorme nariz) no le hace cobarde ni tonto; que sus otros valores, la inteligencia y la habilidad con la espada, pueden superar al que goce de rostro perfecto pero carezca de otras virtudes. Ese hombre valiente hasta el absurdo, sin embargo no supera su complejo a la hora de enfrentarse a sus sentimientos. Secretamente enamorado de su prima, accede a actuar como mente en la sombra, como alma poética para conquistar su corazón mientras otro, un estúpido y joven soldado a su cargo del que su prima está encaprichada, pone la cara.

La tragedia está servida. La prima se enamora del rostro del joven y del alma de Cyrano. El engaño continúa hasta un final trágico, no tan terrible como el del auténtico romanticismo, el del sturm und drag de catastrofes cósmicas, pero sí más amargo, más triste, más contemporáneo.

El Cyrano de Rostand es una "bestia" de la mejor especie. Siguiendo el paradigma del cuento tradicional de la bella y la bestia, Cyrano tiene una piel de feo narigón, barrigudo, panzón, pendenciero, terrible, colérico e irracional. Pero, y aquí es donde se juega la baza de la identificación del espectador, por dentro -y eso solo lo sabemos el público y el tonto del guaperas-, Cyrano es un romántico incurable, un cobarde que, por miedo al rechazo, prefiere no enfrentar al objeto de su deseo y prefiere idealizarlo, huir de él y refugiarse en otra piel, esta vez vacía, que carece de todo, salvo lo que él no tiene, belleza exterior.

Cyrano responde a un tipo psicológico muy interesante y no muy utilizado en literatura, ya que no responde al arquetipo del héroe clásico. Acudiendo, de nuevo, al zodiaco y a su colección de útiles definiciones, Cyrano es el cáncer típico, de dura concha, agresiva, llena de pinchos, y de interior hipersensible. Es muy difícil de tratar, sobre todo porque, igual que Rossana en el texto de Rostand, puede que nadie sepa realmente lo que siente. Es un personaje casi adolescente, por lo inseguro, un niño grande, terrible y sin embargo inmaduro.

¿Quién, sobre todo en su adolescencia, no ha sufrido con mayor o menor intensidad las torturas de la inseguridad, quién no ha sobrecompensado su timidez tirándose por la cabeza un cubo de sangría (bueno, quizá eso no todo el mundo) y luego no se ha atrevido a mirar a los ojos al objeto de sus deseos, a pesar, incluso, de que tenía todas las bazas, salvo quizá la confianza en uno mismo, para conquistar y alcanzar ese objetivo? ¿Quién no ha sido Cyrano alguna vez?

Wednesday, June 14, 2006

La ciencia ficción


Confieso que me he sentido herido por lo que dice Lem de la CF en esta entrevista. Reproduzco sus palabras:

El género de la ciencia ficción es algo que no soporto, lo considero un género muy menor, muy pueril y carente de todo valor cognitivo. Prefiero mil veces cualquier novela policíaca, por mala que sea, que todas esas zarandajas galácticas…


Bueno, ya sabía que era un cascarrabias, aunque me sorprende la violencia de los argumentos. Después de reflexionar un poco también me ha servido para comprender ciertas cosas sobre los géneros y su consideración social. No puedo dejar de estar de acuerdo con Javier Esteban cuando dice en The Gentle Art Of Writing Enemies, que las más duras críticas al género vienen de gente que no lo conoce, puro problema de prejuicio vamos.

Se me ocurre un curioso experimento: supongamos que los géneros literarios son países. Veamos cómo se ve ese conflicto desde el punto de vista nacionalista:

Los del país Cienciaficcionia tienen una imagen de los del país Generalístia como un sitio un poco snob, donde la gente es muy pedante. Su idioma está lleno de retrúecanos y muchas veces los usan para no decir nada. Y aunque son un poco meláncolicos, y siempre están recordando cuando eran niños -cosas del clima del país-, sin embargo son gente rica, organizada y están bien vistos en otros países. A los del país Cienciaficcionia les gustaría ser como sus vecinos pero no quieren renunciar a sus desordenados festejos, sus orgías de efectos especiales e ideas peregrinas, entre las que las hay magníficas y otras ridículas, y a un interés cercano al fanatismo por la ciencia. Se llevan mucho mejor con los otros vecinos: Fantasia, en muchos aspectos el mismo país; Negralia, país infestado de delincuencia, con graves problemas sociales, pero sin embargo tíos auténticos, luchadores y siempre interesados en contar una historia; y Pornonia y Romantia, sitios peculiares, entregados a Venus y Pan, exagerados y funcionales cada uno a su modo.

Se dice que muy lejos, cruzando el país desierto llamado Futbolo, hay una nación llamada Historícia, donde todos los habitantes poseen máquinas del tiempo que usan constantemente. Cuentan que allí el pasado es lo más importante, y visitarlo y revisitarlo constituye su modo de ser y su industria. Es un país en rápido crecimiento, al parecer.

A los habitantes de Cianciaficcionia, los demás países les identifican por su folklore, las tradiciones que atraen el turismo, sobre todo a las ciudades de costa y veraneo como Ben-Espaceoperor y Torre Fandomia. Como ese turismo parece dar señales de agotamiento, el gobierno de ese país intenta montar campañas para promocionar el turimos interior, el de calidad, pero a pesar de que hay viajeros que hablan elogiosamente de esas zonas, apenas son visitadas.

La verdad es que todo cuadra. Hasta se pueden localizar las guerras, locales e internacionales.
¿ La cura? La misma que para el nacionalismo cerril aplicaba Baroja en su famosa frase: "El nacionalismo es una enfermedad que se cura viajando".

Monday, June 12, 2006

Ciencia y sociedad


En estos días he estado reflexionando sobre la ciencia y la visión de la misma que tiene la sociedad y sobre cómo, y con qué dificultad, asimila los progresos en ese campo. La parte más dificultosa de esa tarea de asunción de la realidad que se deriva de la investigación científica, es la de abolir supuestos culturales -cuando no genéticos, aunque esa es una cuestión aún por resolver- que por su propia naturaleza onmipresente son casi invisibles, integrados de tal manera en el inconsciente colectivo que parecen no ser culturales, sino en realidad formar parte de la propia naturaleza de las cosas.

Pongamos un ejemplo: la teoría del flogisto, o principio de la combustibilidad, dice que el calor es una sustancia que cuando se desprende de una combinación concreta la hace arder. En realidad es una entelequia mental desarrollada para explicar los fenomenos físicos de transmisión de calor y las reacciones químicas en una época en que el concepto de energía no se había desarrollado aún. Si la experiencia de los seres humanos, hasta ese momento de la historia solo había tratado con sustancias, la idea de energía aún debía inventarse para vérselas con determinados fenómenos físicos. El flogisto fue una especie de pasarela mental que dio paso al concepto moderno de reacción química y, de paso, al de energía, que no es otra cosa que un valor abstracto que se definió por la capacidad de realizar trabajo y que luego adquirió naturaleza de realidad si no tangible, sí universal.

Hoy en día el concepto de energía esta asumido, comprendido y lo usa todo el mundo, hasta los aficionados a las ciencias ocultas con sus discutibles "energías" mentales varias, pero en su momento era algo tan extraño que solo mentes capaces de superar el sentido común, mentes excepcionales y descostreñidas de los corsés de la sociedad de su época eran capaces de conceptualizar y trabajar con dichas ideas.

Creo que, ahora, casi un siglo después de que Einstein y Börh creasen los subtratos de la relatividad y la mecánica cuántica, ya se van asumiendo los postulados que se derivan de ellos. Por supuesto que en la actualidad todos usamos elementos tecnológicos que hubieran sido imposibles sin ese desarrollo de la ciencia, pero nunca ha sido necesario saber cómo funciona algo para usarlo, pero no hablo de ese tipo de influencia. Dnde mejor se pueden ver esas influencias es en el arte, el subconsciente de la humanidad, el reflejo de la imagen más íntima de la realidad que tiene el ser humano.

La relatividad, por ejemplo, empieza a manifestarse en una cada vez mayor importancia del punto de vista, de la narración con múltiples planos y la inexistencia de la simultaneidad. El tiempo ya no es absoluto y se ha convertido en una herramienta más de la narración tanto cinematográfica como literaria e incluso dramática, con una notable plasticidad tanto en su dimensión psicológica como incluso física.

Y si hay algo que atente más contra el sentido común es la mecánica cuántica. Y se nota, es difícil encontrar cómo ha permeado la cultura más allá del folklore verborreico, el tecnoblabla de las conversaciones de bar. Encontramos la manifestación de esas ideas en la abolición profunda del destino, de la predestinación y la incorporación directa del azar como motor último. En la literatura del siglo pasado hemos asistido a esa abolición progresiva de los rodillos causales tanto de la sociedad, como de la moral y la sustitución por cadenas aleatorias de hechos que, juntos, vistos desde lejos, dan una apariencia de normalidad, pero que puestos bajo el microscopio no son sino una cadena de estadísticas casuales.

No corremos tanto como parece. La aceleración del desarrollo técnico y científico, aún siendo asombrosa, no va acompañada de una asimilación pareja si se ha tardado tantos años en que los hechos científicos lleguen a incorporarse íntimamente a la cultura humana.

Y he decir, en defensa de la ciencia ficción, que es este género literario, quizá por su cercanía a la ciencia, el que primero ha intentado incorporar todas estas revoluciones mentales, el que más ha hecho por asimilar -incluso en lo formal y estilístico, que es un reflejo más íntimo de los movimientos téctonicos del subconsciente- las nuevas realidades del mundo.

Friday, June 09, 2006

Mal despertar

Me acosté anoche en un estado de Derecho (más o menos) y me he levantado esta mañana en una sucursal político-informativa de los EEUU. Eso me ha parecido esta mañana leyendo las noticias de la prensa. Un cazabombardero americano ha bombardeado una reunión de miembros de Al Qaeda (que todavía no sé por qué no escribimos Al Kaeda, que se entiende mejor) y ha matado a Al Zarqaui y a varios otros más. Bien, parece decir la prensa, algunos periódicos casi textualmente.

No sé, será que soy un titismiquis pero a mí no me parece que juicio y condena deban ir todos incluidos en el mecanismo de guiado de un misil de última generación. ¿Qué diferencia moral hay entre un atentado con bomba y un misilazo? Ninguna, la diferencia es tan solo tecnológica, y la tecnología nunca ha dado otra cosa que superioridad física y a veces ni eso.

Parece que vamos asumiendo, siquiera subliminalmente, las tesis neoconservadoras. Guerras preventivas, pasarse por el forro cualquier legalidad, tanto interna como, por supuesto, externa; detenciones sumarias, centros de detención y tortura, manipulación informativa, etc.

Todo esto ha pasado ya en muchas ocasiones en la historia, esa que los mismos neocons dicen que ha llegado a su fin (o eso quisieran, ahora que mandan ellos), y desde luego no son momentos de orgullo para el ser humano: Stalin y Hitler, por poner solo dos ejemplos, tenían esa mala costumbre también.

Lo realmente preocupante es que ya parece algo normal, algo, incluso aplaudible: se han cargado a un hijo de puta, vale, genial. ¿Quién decide que era un hijo de puta? El mismo que se lo ha cargado. En este caso puede que tenga razón y que sea fácil demostrar que el "angelito" de Al Zarqaui es un asesino sanguinario. Pero de "ser fácil de demostrar" a "no hace falta demostrar" hay la misma final línea que separa una justicia independiente de los campos de concentración y el poder político sin trabas de los peores sistemas totalitarios.

Y , para rematar la faena, en los periódicos encadenan la noticia con la bajada del precio del petróleo. ¿Qué quiere decir esto, que cuando la OPEP decida restringir la producción bastará con cargarse a alguien para que se acojonen y la cosa baje? Pues sí que estamos bien.

Tuesday, June 06, 2006

666

El inicio de la canción B.S.O. De La Penícula Eusebio El Prínsipe De Las Tinieblas, de los Mojinos Escozios, dice así:

Dios dijo: hágase la luz, y la luz se hiso sin más
explicasiones,
pero yo, que soy el demonio, hise el interruptó
y la luz la ensiendo y la apago
cada vez que me sale de los cojones

A mí me parece un perfecto homenaje, en el día de la bestia, a ese señor de cuernos, supuestamente con mucha mala leche, pero que, en el fondo, a todos los que somos rebeldes en mayor o menor grado, nos resulta tremendamente simpático. Desde el paraíso perdido de Milton, el demonio es el adalid de los derrotados. Es muy malo, tortura almas, se rebeló (y perdió). Dada su leyenda negra, está claro que la historia la escriben los ganadores. Habría que acudir a las fuentes y preguntarle directamente qué es lo que sucedió en aquellos tiempos remotos.

Si Dios, como padre, es un arquetipo como la copa de un pino, el demonio no le deja atrás representando al hijo díscolo, rebelde, que cuestiona el poder del gran macho alfa de la manada. Dios ganó e impuso sus condiciones absolutistas, sí, pero el demonio se quedó por allí, subterráneamente encargado del trabajo sucio, supuestamente por que ÉL lo quiso así (eso siempre me ha parecido una pobre excusa), para incordiar, pinchar y tentar a la pobre humanidad. Nunca podrá vencerlo, pero jode que no veas.
Imágenes diferentes del demonio hay mil. Desde las más antiguas, las de los antiguos hebreos pre-talmud, en que se distinguen varios jefes del infierno (Satán o Samael, fiscal de la humanidad, Belcebú, etc. ) , pasando por la imagen medieval -donde escarnó todo lo oscuro, lo sensual, lo corpóreo frente a la espiritualidad apabullante de la mística cristiana- pasando por Milton y Alighieri, en los inicios del Renacimiento -precisamente ahí aparece el concepto de Lucifer, el portador de la luz, el que lleva el conocimiento al hombre, Prometeo vamos, y es castigado por ello, el triunfo de la razón frente a la irracionalidad ciega de la fe religiosa- y llegando a las más modernas, claramente ya independizadas de las creencias religiosas y entrando de lleno en la mitología más creativa y descreída.

Recuerdo, así a vuelapluma y con cariño, al demonio melómano y harto de hacer de malo de Gaiman en Estación de tinieblas, el inquietante Lu-shaffear de El corazón del ángel y el psicológicamente terrorífico príncipe de las tinieblas que encarna el luego aclamado Viggo Mortesen en "Ángeles y demonios". Y sin olvidar el melancólico demonio de Las brujas de Eastwick, superado en maldad por unas marujas provincianas, cosa que no me parece nada raro.

Hoy es el día de la bestia. A falta de conocer la fecha de su cumpleaños, valga esta ocasión para decirle ¡Felicidades, príncipe de las tinieblas!


Monday, June 05, 2006

Cruel y Tierno


El otro día fui con Nati al teatro. Ir al teatro es de esas cosas, tantas, que me da pereza hacer y que suelen proporcionarme placer una vez vencida la inercia. Ya sabéis, cosa de termodinámica, uno está en un equilibrio apoltronado y hay que emplear cierta energía para sacarle de sus rutinas de ocio.

Fuimos a ver Cruel y Tierno, y así, de paso, a conocer el nuevo Centro Dramático Nacional (CDN que mola más), teatro Valle-Inclán, recién reconstruido en el mismo sitio del antiguo que derribaron por inminente ruina hace un par de años, cuando yo vivía por allí, en Lavapiés. Otro día hablaré de mi estancia en ese barrio y las memorias que conservo del paso por uno de los pocos sitios de Madrid que aún tiene un fuerte carácter y no es una cosa amorfa e insulsa.

La primera sorpresa fue el propio edificio, espacios amplios, líneas puras, minimalista. Algunos aborrecen de esa limpieza casi estéril, a mí los espacios amplios cada vez me gustan más. Será porque Madrid cada vez está más abarrotado, mi piso es pequeño y yo soy muy grande.

La segunda sorpresa, también agradable, fue encontrarse un patio de butacas y un escenario que se fundían amigablemente, abolida la distancia entre público y actores. Dos gradas laterales y una central que dan directamente al escenario, por el que hay que cruzar para llegar a las butacas. Antes de que empiece la obra, ya te cruzas con los actores representando su papel, circulando entre diferentes zonas del escenario decoradas con televisiones encendidas, mesas, sillas, cada una, adivinaba yo, un escenario para una parte de la representación. Impactante y sugerente.

De momento todo bien, a mí me tenía subyugado la tramoya, la cosa prometía. Comienza la obra y se nota enseguida la calidad de los actores pero... y ahora viene el motivo de esta entrada en el blog, también se nota enseguida que pasa algo raro con el texto. Antes de empezar, ya nos advirtieron los actores, hablándonos directamente al público y casi uno por uno, que la obra estaba basada en Las Tarquinias de Sófocles. Como soy de ciencias, he tenido que recurrir al google para localizar el argumento original de la obra y contrastar con lo que nos ofreció el señor que adaptó la obra al mundo moderno, un tal Crimp, porque de eso iba Cruel y Tierno, una modernización de una obra clásica. Bien, buena idea, me pareció a mí, incauto. Bueno, pues comienza la obra y la primera en la frente. El discurso es... extraño. Sí, el teatro es declamativo, más si es clásico, pero se trata de una adaptación ¿no? Uno espera que se aproveche la oralidad del teatro moderno, el discurso de la calle, la naturalidad. Pues no, allí gritaba todo el mundo, mucho y de una forma nada natural. Bueno, es una opción, no pasa nada, me dije, pero ahí no acaba la cosa. La protagonista sufre extraños e injustificados cambios de humor ¿me habré perdido algo?, ¿será que esta señora sufre un transtorno bipolar rampante? Vamos, que el personaje me empezó a rechinar en exceso, que no me lo creía ni con todo el esfuerzo de mi voluntad, que hasta ese momento estaba por la labor. Pero no, no lo conseguí. Pienso yo: si se opta por un personaje trágico, intenso, a lo antiguo, pues vale. Si es uno moderno, sutil, complejo, irónico, vale también, pero la extraña composición que veía en escena tenía lo peor de ambas elecciones. No pasa nada, me dije, sigamos adelante, inmersión, suspensión del juicio crítico, a disfrutar con la interpretación de Aitana, que por lo menos eso sí es cojonudo.

Y cuando estaba yo en eso, va y la madre envía, porque le sale de las narices, al hijo, que parece un tío majo, medio pacifista, un poco hippy y fumao, a la guerra, con su padre que es general y masacra aldeas en África. Cosa de todos los días. Niño, toma un billete de avión y vete a buscar a papá a África, que la cena se enfría. Toma ya, toma adaptación inteligente, recreación y puesta al día. En el argumento de la obra de Sófocles, sorpresa, la madre envía al hijo con el padre que está en guerra, cosa que parece lógica -o si no lógica, sí posible- en la Grecia clásica . En el siglo XXI... pues lo mismo. Y hay más, se cambia la poción venenosa por poción de guerra química, se cambian las criadas por esteticistas y fisioterapeutas. La verdad, para esa adaptación mejor que hubieran hecho el original porque canta por peteneras.

Y la cosa siguió igual. Crimp ha cogido, punto por punto, el original y ha cambiado los nombres y poco más. Me gustó la obra que no vi. Me gustó lo que adiviné de la obra original, el enorme conflicto de la mujer, el regreso del héroe vencido, su inmenso ego y ciertas cosas que se adivinaban de fondo. Pero, insisto, si hubieran dejado el texto griego, pues casi que mejor, la cosa hubiera ganado mucho, porque, al final, la contemporización del texto se ha limitado a localizar la guerra remota en esa África terrible de guerras y matanzas, a convertir al cínico en un cínico con corbata y poco más. Solo cosmética, solo apariencia, y a eso voy. Hasta en el teatro se han olvidado del texto. Con maquillar una obra clásica con un escenario moderno, dos bailes, y tres tópicos aparentes, es suficiente. Joer, qué triste.

Thursday, June 01, 2006

Personajes: Harry Tuttle


Me ha parecido buena idea crear una serie de artículos a modo de homenaje a aquellos personajes de ficción que considero imprescindibles, gente que, irreal y todo, tienen en su mirada el poderío del arquetipo, de la empatía, el viso último de la realidad palpable, por muy alucinada que sea esta.

Comienzo la serie por alguien que está ya en mi pequeño olimpo de seres entrañables: Harry Tuttle, el fontanero anarquista que protagoniza Robert de Niro en la película Brazil, guión y dirección del monty python Terry Gillian.

De delirante es calificado a menudo Gillian. Delirante sí, pero no por ello menos certero. Como muchos otros han demostrado ya, las miradas más sesgadas, torcidas y retorcidas, son a veces los mejores atajos para la expresión. La ciencia ficción no es, en último término, más que una visión extrema de la realidad pasada por el tamiz de la extrapolación libre hacia el futuro del mundo real, el único que al final, queramos o no, cuenta. Delirante es su película, Brazil, una pesadilla distópica y burocrática emparentada con 1984. Fabula Gillian una Inglaterra ucrónica con una originalísima iconografía. La forma más fácil de describirla es decir que parece poseer la estética del futuro imaginado en los años 20, allá por la época de Marinetti y su modernismo. En esa sociedad el individuo no cuenta, solo el estado y su violencia organizada, donde no hay nada más importante que la guerra contra el terrorismo y la disidencia.

En esa sociedad burocrática todo se mueve a golpe de normas, los secuestros políticos necesitan su orden de ejecución, y a la familia del secuestrado (cliente, en términos oficiales) se le entrega un recibí (el funcionario le dice a la mujer del secuestrado en una escena de la película: This is your receipt for your husband... and this is my receipt for your receipt. Aquí tiene el recibo por su marido... y este es mi recibo por su recibo.) antes de llevarlo ante un funcionario que se encarga de torturarlo aunque no haga falta y luego le cobra por sus servicios.

Pero ya sabemos que el exceso de burocracia y la mala gestión tienen sus problemas, no todos los países consiguen hacer funcionar una maquinaria tal. El descontrol, el conflicto de normas, la desorganización cunden entre los entresijos del estado. Cuando, tras hacer un agujero en el techo para dejar entrar a las tropas que secuestran al ciudadano de la escena comentada anteriormente, los obreros quieren poner una tapadera para cerrarlo y esta, más pequeña que el agujero, se cuela y se estrella contra el piso, el obrero del departamento de obras exclama: Bloody typical, they've gone back to metric without telling us (Típico, han vuelto al sistema métrico sin avisarnos).

En ese mundo, el protagonista se ve envuelto en una espiral de despropósitos burocráticos cada vez más graves. El protagonista de la historia sufre una avería en su casa y no consigue avisar a los fontaneros estatales. El sistema de tuberías que cruzan las casas son parte del eficiente sistema que no se sabe para qué sirve pero que fagocita los hogares de todo el mundo. Hasta se anuncian en televisión modelos embellecidos de tuberías. En ese momento aparece el héroe de nuestra historia, Harry Tuttle, el fontanero anarquista, que llega vestido de comando y se cuela en el piso del protagonista.

Harry Tuttle: Bloody paperwork. Huh!
Sam Lowry: I suppose one has to expect a certain amount.
Harry Tuttle: Why? I came into this game for the action, the excitement. Go anywhere, travel light, get in, get out, wherever there's trouble, a man alone. Now they got the whole country sectioned off, you can't make a move without a form.

Harry Tuttle: Maldito papeleo, ¡eh!
Sam Lowry: Supongo que hay que esperar cierta cantidad, sí.
Harry Tuttle: ¿Por qué? Yo estoy en esto por la acción, la adrenalina. Ve a cualquier sitio, viaja ligero, entra, sal dondequiera que haya un problema, un hombre solo. Ahora tienen al país compartimentado, no puedes ni moverte sin rellenar un formulario.

Harry le arregla el complejísimo e ineficiente sistema de tuberías de su casa por medio de una pequeña pieza ilegal, un truco técnico en el más puro estilo hacker. Harry Tuttle es un romántico, un activista político que en vez de hacer octavillas y teorías, arregla tuberías y ahí está lo mágico del personaje, incluso lo profético. Harry es el primer defensor fílmico del GPL, de la anarquía del freeware, del Do It Yourself, de la ingeniería inversa, de los hackers y crackers. Hoy en día, la oposición al sistema, la auténtica lucha está en esos terroristas de la información, de la ingeniería, aquellos que se saltan el sistema y, por ejemplo, se comunican en internet para detectar protestas y pillar en falta a los poderosos fabricantes de coches, motos, electrodomésticos y software. Y ese ataque hace verdadera pupa, si no, que le pregunten a Microsoft, HP y demás por Linux.

En el concepto de avance o retroceso del mundo, una de las cosas que está desapareciendo rápidamente es el usuario despreocupado, el cliente que paga y obtiene un producto y listo. La publicidad y el márketing tienen tal potencia, alimentados por un neocapitalismo salvaje, que fagocitan cualquier otro aspecto de la producción. La ingeniería, las pruebas cuidadosas, la evolución de un producto, la fabricación con altas cotas de calidad son cosas del pasado, lo importante es una buena campaña mediática. Si no, miren dónde están los grandes sueldos, el prestigio empresarial, desde luego no en el departamento de ingeniería. Harry Tuttle luchaba contra un macroestado, los modernos Harry Tuttles luchan contra un microestado y unas macroempresas, pero es lo mismo, es una batalla ideológica llevada a un campo práctico, con resultados tangibles e inmediatos.

Pero, ¡que no desespere nadie! si tu windows no funciona, si tu coche no arranca, si tu batidora no bate o tu conexión de internet no va, siempre habrá un Harry Tuttle acechando en internet para echarte una mano amiga fuera del sistema.

Wednesday, May 31, 2006

Lo friki: vaga, inconcreta, irracional e injusta envidia


Tras la jornada del día del orgullo friki, se impone la reflexión, casi más importante que la jornada en sí misma. Si fuera más serio, más académico, eso sería lo que haría, construir un artículo sesudo, con tesis y bibliografía, un lujo. Algún día puede que hasta me proponga aprender a hacer cosas tales. De momento prefiero divagar un rato y ver si cazo algunas ideas que me rondan la cabeza como molestos moscardones mentales.
Entre toda la información que he leído estos días al respecto, me hizo mucha gracia descubrir que una de las primeras veces que se uso el término, fue para referirse a la asociaciones de espectadores que se reunían para comentar dos películas que fueron de mucho impacto: Freak Show y Frankestein. O sea que la acepción moderna de un fenómeno que venía dándose toda la vida bajo otros nombres tales como clubs, asociaciones amateurs, sociedades científicas, geográficas, etc., nació con el advenimiento de modernos modos de entretenimiento. Los que antes eran, como mucho excéntricos, locos apasionados buscadores de mariposas, de setas, interesados en la ciencia, en la geografía o en el arte, adquirían así una nueva denominación, freakies, monstruitos.
Dicen que el arte y la ciencia nacen del ocio. Si se tiene que trabajar de sol a sol poco tiempo queda para elucubrar o para componer poemas. Antes, los ociosos eran los nobles, los burgueses. Con el correr de los tiempos y los logros sociales, la gente común también tuvo acceso al ocio, no mucho, pero algún tiempo quedaba para gastarlo en entretenerse. Nace entonces el friki. Y ¿quién es este elemento social nuevo? Ahora comienzan las especulaciones. El friki no es un excéntrico, que al fin y al cabo es una cosa con clase, de ricos o incluso aristócratas; no, el friki es un tonto del XXX (sustitúyase XXX por la afición concreta que se quiera). Traducción: el friki es un pobre hombre, perteneciente a la clase trabajadora o asimilados, que en vez de trabajar y empeñar esfuerzos en progresar, en dejarse el lomo para que el sistema consumista le premie con un mejor coche o una mejor casa, alguien que en vez de contentarse con el ocio prefabricado y a pequeñas dosis, se dedica con alevosía y premeditación, a poner todo su interés, su inteligencia, sus ilusiones y esfuerzos en OTRA COSA.
Ahora, creo yo, es fácil entender la sociología friki. Por un lado, para él mismo, el frikismo es un refugio de una sociedad que no le gusta, opresiva, montada para que los más sociópatas, los depredadores sociales, se beneficien a manos llenas. Es su solaz, su refugio, su mundo inventado, diferente y por ello -ya solo por ello, mejor-, el friki, como era antes el excéntrico en gran medida, no se rige por los mismos valores que los demás, y eso molesta, extraña, jode, vamos.
Y por el otro lado, en la otra parte de la ecuación, están los no-frikis. Cuando me traslado en moto y, de repente la autopista, la carretera, la calle se atasca (cosa prácticamente segura en Madrid a según que horas) siempre tengo la opción de avanzar esquivando latas (Latas en terminología motera). Si bien no se va tan rápido que sin atasco, sí se avanza a buen ritmo. Las latas, más bien sus conductores (los enlataos, para entendernos) reaccionan de varias maneras bien distintas. Los más te dejan pasar con indiferencia. Algunos, gente maja, se apartan para que pases (muchas gracias a todos ellos). Algunos otros, pocos, te cierran. Sí, como lo oyen, giran el volante y te impiden el paso. Vamos que, pensarán, si yo me fastidio, que se fastidien todos.
Algo así sienten muchos respecto a los frikis. Si yo cedo a las presiones para ser un consumista convulsivo, para seguir la senda social correcta -y eso incluye muchas cosas: casarse y tener niños cuando toca y no cuando apetece, dejar las aficiones absorbentes por un trabajo normalmente asqueroso pero igualmente absorbente, no hacer cosas fuera de la norma, etc.- ¿por qué otros no lo hacen? ¿qué pasa, es que ellos tienen bula, conocen el secreto de la felicidad, son más listos? No, no, y mil veces no. Yo tengo razón y esos que se disfrazan y parecen pasárselo tan bien, esos que juegan a rol, que manejan ordenadores o, incluso, leen y escriben libros de cubiertas peculiares, son gente rara, estúpidos, no ligan, son feos, se gastan fortunas en tonterías (cualquiera que se haya comprado un coche o similar no tiene derecho a decir eso de nada). En definitiva son frikis.
Vaga, inconcreta, irracional e injusta envidia.