Pasando un poco de tanta economía, solacemos un poco el espíritu con una obra de arte. Y de tal se trata: Oldboy, la película del coreano Park Chan-wook; con Choi Min-sik, Woo Ji-tae y Gang Hye-jung como actores principales. Lo sé, es casi imposible acordarse de los nombres, pero, recuerden, con el tiempo será necesario. Corea, ese país lejano y lleno de gentes con los ojos rasgados, serios, comprometidos en una economía de mercado brutal, van a dar que hablar en la historia —algunos dirían histeria— del cine, sino lo están dando ya.
Oldboy es una película de una factura impecable, una fotografía de escándalo, unos encuadres y puestas en escena magníficos y unos actores que se salen. Bastaba eso para realizar una película brillantes... pues no, también es necesario un magnífico guión, y Oldboy lo tiene, baasado en un cómic japonés guionizado por Garon Tsuchiya, y dibujado por Nobuaki Minegishi.
Supongo que no estoy descubriendo América — Corea en este caso—, que ya hay por ahí mucha gente reivindicando el cine de aquel país lejano que tiene más de 400 escuelas de cine y dónde los estrenos de Hollywood tienen que programarse cuidadosamente para que no coincidan con el de alguna película del país para evitar perder espectadores.
En Corea, como en todos lados, se cumplirá la famosa ley de Sturgeon, el 90 % de todo es mierda, de momento, he debido escoger bien, por que entre Park Chan-wook y su colega y vecino, Kim Ki-Duk —sin olvidar a Bong Joon-ho, del que solo he visto la magnífica memories of murder— me han llenado los ojos de oro.
Centrándonos en Old-boy, no cuesta mucho definirla como cine negro, una película de intriga criminal, el fascinante motor de la trama es el de un hombre al que alguien encierra en una prisión quince años, sin ninguna explicación, sin saber si al día siguiente lo liberaran o acabaran con él. Al cabo de esos años, lo liberan. La historia se convierte en un carnaval de venganza, la amarga y dura venganza que es el único sustento de las almas rotas. El protagonista se mueve por el metraje arrastrando su amargura, desquiciado, pero no más que los oponentes con los que se encuentra, no más que sus siniestros y ocultos enemigos. Y hasta aquí puedo leer. Veánla, amigos, veánla y disfruten.
No puedo terminar esta pequeña reseña, sin hablar de la que podría ser la mejor escena de lucha que he visto en el cine, y, creánme, he visto muchas. Un travelling en colores verdosos, un pasillo interminable, cientos de enemigos, un solo héroe que pelea bravamente y, atención, una épica que deriva del naturalismo extremo; una sobrada típica del héroe machote, hecha por un héroe que no es un superman y no pega saltos de seis metros, ni sabe kung-fu, solo pelea por sobrevivir armado de un martillo bricolajero con usos un tanto... sangrientos.
Ah, se me olvidaba... si la ven y les sabe a poco, la película forma parte de una trilogía informal, llamada de la venganza, junto con Sympathy for Mr. Vengeance y Symplathy for Mrs Vengeance.
No comments:
Post a Comment