Monday, June 12, 2006
Ciencia y sociedad
En estos días he estado reflexionando sobre la ciencia y la visión de la misma que tiene la sociedad y sobre cómo, y con qué dificultad, asimila los progresos en ese campo. La parte más dificultosa de esa tarea de asunción de la realidad que se deriva de la investigación científica, es la de abolir supuestos culturales -cuando no genéticos, aunque esa es una cuestión aún por resolver- que por su propia naturaleza onmipresente son casi invisibles, integrados de tal manera en el inconsciente colectivo que parecen no ser culturales, sino en realidad formar parte de la propia naturaleza de las cosas.
Pongamos un ejemplo: la teoría del flogisto, o principio de la combustibilidad, dice que el calor es una sustancia que cuando se desprende de una combinación concreta la hace arder. En realidad es una entelequia mental desarrollada para explicar los fenomenos físicos de transmisión de calor y las reacciones químicas en una época en que el concepto de energía no se había desarrollado aún. Si la experiencia de los seres humanos, hasta ese momento de la historia solo había tratado con sustancias, la idea de energía aún debía inventarse para vérselas con determinados fenómenos físicos. El flogisto fue una especie de pasarela mental que dio paso al concepto moderno de reacción química y, de paso, al de energía, que no es otra cosa que un valor abstracto que se definió por la capacidad de realizar trabajo y que luego adquirió naturaleza de realidad si no tangible, sí universal.
Hoy en día el concepto de energía esta asumido, comprendido y lo usa todo el mundo, hasta los aficionados a las ciencias ocultas con sus discutibles "energías" mentales varias, pero en su momento era algo tan extraño que solo mentes capaces de superar el sentido común, mentes excepcionales y descostreñidas de los corsés de la sociedad de su época eran capaces de conceptualizar y trabajar con dichas ideas.
Creo que, ahora, casi un siglo después de que Einstein y Börh creasen los subtratos de la relatividad y la mecánica cuántica, ya se van asumiendo los postulados que se derivan de ellos. Por supuesto que en la actualidad todos usamos elementos tecnológicos que hubieran sido imposibles sin ese desarrollo de la ciencia, pero nunca ha sido necesario saber cómo funciona algo para usarlo, pero no hablo de ese tipo de influencia. Dnde mejor se pueden ver esas influencias es en el arte, el subconsciente de la humanidad, el reflejo de la imagen más íntima de la realidad que tiene el ser humano.
La relatividad, por ejemplo, empieza a manifestarse en una cada vez mayor importancia del punto de vista, de la narración con múltiples planos y la inexistencia de la simultaneidad. El tiempo ya no es absoluto y se ha convertido en una herramienta más de la narración tanto cinematográfica como literaria e incluso dramática, con una notable plasticidad tanto en su dimensión psicológica como incluso física.
Y si hay algo que atente más contra el sentido común es la mecánica cuántica. Y se nota, es difícil encontrar cómo ha permeado la cultura más allá del folklore verborreico, el tecnoblabla de las conversaciones de bar. Encontramos la manifestación de esas ideas en la abolición profunda del destino, de la predestinación y la incorporación directa del azar como motor último. En la literatura del siglo pasado hemos asistido a esa abolición progresiva de los rodillos causales tanto de la sociedad, como de la moral y la sustitución por cadenas aleatorias de hechos que, juntos, vistos desde lejos, dan una apariencia de normalidad, pero que puestos bajo el microscopio no son sino una cadena de estadísticas casuales.
No corremos tanto como parece. La aceleración del desarrollo técnico y científico, aún siendo asombrosa, no va acompañada de una asimilación pareja si se ha tardado tantos años en que los hechos científicos lleguen a incorporarse íntimamente a la cultura humana.
Y he decir, en defensa de la ciencia ficción, que es este género literario, quizá por su cercanía a la ciencia, el que primero ha intentado incorporar todas estas revoluciones mentales, el que más ha hecho por asimilar -incluso en lo formal y estilístico, que es un reflejo más íntimo de los movimientos téctonicos del subconsciente- las nuevas realidades del mundo.
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4 comments:
Hola, dices que la teoría del flogisto es una "entelequia mental". No lo entiendo, ¿en qué sentido la energía no es una "entelequia mental"?
Por otra parte, ¿qué relación causal encuentras entre la relatividad o la mecánica cuántica y si la narración es así o asá?
Fdo.: Un lector perplejo
Sobre lo del flogisto:
Hombre, en último término todo es una entelequia mental. Me refería a que el flogisto fue una entelequia útil para explicar cosas hasta que surgió una entelequia mejor. Sustituye entelequia por teoría y se entiende mejor.
sobre la causalidad:
La misma que entre el universo determinista newtoniano y el narrador ommnisciente y la moral objetiva, que me parece curioso que en cada paradigma científico la narración sea de un tipo diferente.
¿Pruebas? ninguna más allá de la intuición, tan solo quería poner de manifiesto que esa relación me parece curiosa, y que, al final, todo esta relacionado.
Me he cruzado con esta cita, pensé que te interesaría:
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"In the index to the six hundred odd pages of Arnold Toynbee's A Study of History, abridged version,
the names of Copernicus, Galileo, Descartes and Newton *do not occur*... yet their cosmi quest destroyed
the medieval vision of an immutable social order in a walled-in universe and transformed the
European landscape, society, culture, habits and general outlook, as thoroughly as if a
new species had arisen on this planet."
---Arthur Koestler
Sí, es buena. Gracias por acordarte.
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